¡Vean ya 'Adolescencia'!

Menos mal que, a esas alturas de semana, ya había terminado de ver la serie de Netflix de la que todo el mundo habla. Y con razón, que es un serión. Se estrenó el pasado fin de semana y las redes sociales no tardaron en llenarse de comentarios elogiosos. Unos buenos amigos, de hecho, llegaron ajustados de tiempo al estreno del documental dedicado a Juan Madrid en Salobreña el pasado sábado porque se vieron los cuatro capítulos de un tirón. Y venían alucinando en colores y recomendándola vivamente.

No voy a incurrir en el papanatismo intelectual de, por darme pisto, revelarles el argumento con la excusa de reflexionar sobre tal y pascual y reventarles la sorpresa. Que los sesudos análisis sociológicos y las prisas por ser los primeros en dar nuestra opinión sobre el tema del momento están muy bien, pero no a costa de joderle el disfrute al prójimo.

'Adolescencia' es una serie policíaca hiperrealista sin efectos especiales alucinantes, acción a raudales o trepidantes persecuciones. Pero sí que hay golpes de efecto que te dejan descolocado y te obligan a tomar partido como espectador. A tomar partido no en un sentido hooligan del término, a favor o en contra. A tomar partido de una manera reflexiva y dialogante, que el concepto de 'buenos' y 'malos' va mucho más allá del canon tradicional y habitual.

La serie creada por Jack Thorne y Stephen Graham puede presumir, además, de una serie de alardes técnicos que, sobre todo en el primer y en el último capítulo, están al servicio de la narración. El segundo está más forzado y el tercero… ¡Uf, ese tercer episodio! Canelita fina. Canelita en rama.

Una serie basada en el diálogo, la interpretación, el 'timing' y la puesta en escena que nos habla del aquí y el ahora más rabiosamente actuales, poniendo el acento en cuestiones sangrantes a las que se enfrentan nuestras sociedades. No se la pierdan, véanla rápido y comentamos.