John Fitzgerald Kennedy (JFK), de ascendencia irlandesa, vino al mundo la tarde del 29 de mayo de 1917 en Brookline (Massachusetts, EE UU) y se fue de él hace sesenta años, el 22 de noviembre de 1963 en el Hospital Memorial Parkland de Dallas (Texas). ... Considero que tras los 60 años de este magnicidio, es un buen momento para traer unas notas sobre él a modo de recordatorio. Su asesinato lo contemplamos en vivo y en directo en una televisión todavía en blanco y negro. Era muy joven: tenía 46 años.
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«No preguntes qué puede hacer tu país por ti, pregúntate qué puedes hacer tú por tu país». Fue la frase más redonda del discurso que pronunció el 20 de enero de 1961 en la escalinata del Capitolio al ser elegido como el treinta y cinco presidente de EE UU: era el primer presidente católico. Precisamente su religión le procuró bastantes dificultades para llegar a la Casa Blanca. En el discurso electoral de 12 de septiembre de 1960 en Houston (Texas) dijo: «Yo no soy el candidato católico a la presidencia, sino el candidato del Partido Demócrata a la presidencia, que además es católico».
Pudimos ver el primer debate televisado de la historia a la presidencia de Estados Unidos entre Richard Nixon, que era el vicepresidente, y JFK. Su piel bronceada, su traje escogido y su telegenia influyeron en este debate del que resultó ganador. Nixon no reparó en estos aspectos e incluso se negó a ser maquillado. Fue perceptible el sudor de su cara, sus nervios y los errores de su mensaje. Los analistas dijeron que la comunicación política había cambiado para siempre.
Kennedy se definía como «un idealista sin ilusiones». Por su carisma marcó la historia de esta nación y devino en un icono para millones de personas en todo el mundo. La mayoría de los americanos lo consideran como uno de los cinco presidentes más importantes de esta nación. Los retos de su presidencia conformaron el grueso de lo que vino a denominarse 'Nueva Frontera'. Merced al glamour que rezumaba su entorno, a su mandato lo llamaron Camelot, nombre de la fortaleza y reino del legendario rey Arturo que se ubicaría en la localidad londinense de Cirencester. Su esposa Jackie dijo que no podía quitarse de la cabeza la estrofa de la canción del musical de este nombre, una de las preferidas de su marido: «No olvidemos que una vez existió un lugar que durante un breve pero brillante momento fue conocido como Camelot».
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Durante su mandato tuvo que lidiar con el descalabro de bahía de Cochinos, la crisis de los misiles en Cuba, la guerra de Vietnam y con el Movimiento por los Derechos Civiles liderado por Martin Luther King: «I Have a Dream» (Tengo un sueño). También vivió el derrocamiento del dictador cubano Fulgencio Bautista por los barbudos de Sierra Maestra al frente de Fidel Castro que implantó el comunismo en la isla. A raíz del lanzamiento al espacio del Sputnik por los rusos, se comprometió a poner a un hombre en la Luna. Se consiguió con Michael Collins, Buzz Aldrin y Neil Armstrong, quien fue el primero en pisar este satélite: «Un pequeño paso para el hombre pero un gran paso para la humanidad».
En 1961 los comunistas levantaron un muro en la ciudad de Berlín, el ejemplo más palpable del fracaso del comunismo. JFK no dudó en denunciar el secuestro de la libertad de millones de personas. «Hace dos mil años no existía mayor orgullo que decir 'Civis Romanus sum' (Soy un ciudadano romano). Hoy no hay mayor orgullo que poder decir en la tierra de la libertad 'Ich bin ein Berliner' (Soy berlinés)». Estas frases fueron pronunciadas el 26 de junio de 1963 en el discurso que dio en la República Federal Alemana en las escaleras de entrada al Rathaus Schöneberg, el Ayuntamiento de Berlín Occidental. Fue invitado por su alcalde Willy Brandt y el fondo de su mensaje era un canto a la libertad.
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Kennedy murió a causa de un disparo realizado por Lee Harvey Oswald que impactó en su cabeza: eran las 12:30 horas de una mañana alegre y soleada. Lo perpetró desde la ventana del cuarto piso del Texas School Book Depository donde trabajaba como empleado cuando la limusina en la que viajaba el presidente y su esposa Jackie embocaba la plaza Dealey de Dallas pisando la calle Elm. Bob Dylan tuvo un enorme detalle con Kennedy al editar 'Murder Most Foul' (Asesinato más repugnante), la canción más larga de su repertorio donde recita este magnicidio. «Era un día oscuro en Dallas, noviembre'63. Un día que vivirá en la infamia. El presidente Kennedy estaba en la cima. Un buen día para estar vivo y un buen día para morir». De su muerte, tal vez una de las imágenes más impresionantes fue el saludo que su hijo, el pequeño John, ataviado con pantalón corto y abrigo, hizo al paso de la carroza fúnebre con el cadáver de su padre camino del cementerio de Arlington.
Y la leyenda continúa. Sesenta años después del magnicidio, hay una X señalada en el suelo en el lugar del asesinato de la calzada de la plaza Dealey: un lugar marcado para la historia. También Paul Landis, entonces agente de seguridad de Jackie Kennedy, ha publicado 'El testigo definitivo. Un agente secreto de Kennedy rompe su silencio sesenta años después'. Este libro aporta datos que contradicen la versión oficial del asesinato, según la cual, la Comisión Warren, creada por el presidente de los EE UU Lyndon B. Johnson para investigar el magnicidio, concluyó que Lee Harvey Oswald actúo solo.
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