Escamados

Eso fue lo que tía Gertrudis me trasladó en su telefonazo de hoy. Por cierto, noté su voz rota, como sufragista de resaca, como desgañitada tras proclamar consignas insidiosas, como de haber sido pregonera en aquel serial televisivo titulado 'Crónicas de un pueblo', que narraba la vida cotidiana y las cuitas de gente corriente en una localidad ficticia que bien podría ser esta donde usted y yo vivimos, o de la que procedemos.

A lo que iba. Tía Gertrudis telefoneó intentando pulsarme sobre ese complot de cuatro gatos y un tambor del que –dicen los gubernamentales- hay que pasar página ya.

En fin, como vi que la tita insistía, opté por darle capotazo acudiendo a dos argumentos, uno cualitativo y otro cuantitativo. Es decir, y empezando por lo último, dije que eran un grupúsculo despreciable y poco significativo, de apenas dos millones de recalcitrantes fachas que se apretujaron reivindicando las gilipolleces en ellos habituales: que si conviene preservar el orden constitucional, que si la independencia judicial no se toca (¡qué risa!), y todo apelando a ese rollo de la igualdad entre ciudadanos, el imperio de la ley y el Estado de Derecho. Menudas chorradas, cuando de lo que se trata es del bien de España y de que nuestro mesías siga en Moncloa.

Sobre lo cualitativo dije a tía Gertrudis que esa romería de cavernícolas, se mire como se mire, muestra la reprobación ciudadana al acuerdo providencial de Sánchez con Puigdemont, esos dos colosos cuyos altos designios no alcanzan a entender los burdos españolitos. Total, por casi nada, por un quítame allá esas pajas de amnistiar a cientos de delincuentes, unos políticos golpistas sin ninguna maldad, unos inocentes secesionistas que –como es lógico- están hartos de que España esquilme su tierra. Como si fuera relevante que allí se embolsen 100.000 millones de euritos para sus gastillos. Pues, claro hombre, como ya se hace con otros territorios hispanos ya favorecidos por la lluvia millonaria y de infraestructuras. No hay más que mirar aquí.

Y añadí: No hay razones para la inquietud, tita. Está claro que a todos esos escamados se les ha ido la cabeza, empezando por jueces, fiscales, el CGPJ, abogados del Estado y juristas, inspectores de trabajo y hacienda, asociaciones empresariales, diplomáticos, múltiples colegios profesionales y otra gentuza desafecta. Maniáticos todos de la separación de poderes y el Estado de Derecho; como si eso importara.