Geografía
Cierto que hoy la tecnología atempera las divisorias, pero no las suprime.
José Ángel Marín
Jaén
Lunes, 1 de enero 2024, 23:13
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José Ángel Marín
Jaén
Lunes, 1 de enero 2024, 23:13
Para empezar 2024 conviene abrir el ojo con el que semanalmente intentamos retratar cuanto nos rodea. Ello nos ayudará a comprender la realidad de este tiempo y sus derivas; ahora que la incertidumbre campa a sus anchas en lo cercano y lo distante, ahora que ... las convulsiones se multiplican. Por eso, para iniciar el año, propongo subir a un collado y otear desde allí el horizonte, contemplar el panorama y, poco a poco, aproximarnos cada martes al contexto general y también al más cercano.
En primer término, la mirada en lontananza permitirá reconocer el terreno y reparar en la geografía. Así, antes de definir los acontecimientos, ampliemos el zoom. Al alargar la vista, la panorámica suele ser reveladora y adelanta lo que vendrá. En este sentido digo que la geografía importa, y mucho. Todo lo condiciona el medio físico: un intimidante desfiladero, la inmensa planicie o los abrumadores valles. Sí, pensar en clave geográfica evita disparates, acota caprichos y ocurrencias. En definitiva, nos da la medida de las cosas y esa es la virtud de los verdaderos estrategas.
Desde siempre los accidentes geográficos imponen sus abruptas condiciones. Ahí están las cordilleras trazando lindes. Cierto que hoy la tecnología atempera las divisorias, pero no las suprime. Repasemos la historia y veamos –por ejemplo- como las montañas han garantizado la libertad de los kurdos, o, revisemos la lección no aprendida en Afganistán. Macizos y selvas siempre fueron refugio de guerrillas y traficantes. Montañas que son telón de fondo y nos dan idea de hasta dónde llega el dominio político. Geografía que nos alumbra sobre las reglas tribales de los grupos excluyentes que optan por sociedades segmentarias.
En fin, lo único perdurable es la ubicación de los pueblos en el mapa y su lógica geográfica. Quizá por eso las fronteras de tiralíneas que no responden a un accidente natural o geográfico son siempre un multiplicador de los problemas. El mundo no es plano y por muchos ordenadores y aviones a reacción que inventemos, hace falta mucha geografía si queremos vislumbrar, aunque sea vagamente, los contornos de la política futura. Insisto en que es necesario recuperar perspectiva, pues todo reposa en el marco físico, aunque la tecnología nos haga creer otra cosa.
La geografía aclara la relación orgánica entre política interior y exterior. Es también el nexo entre economía y política. Y hoy explica la escalada de precios por la crisis de los estrechos, por qué el incremento de costes depende del Canal de Suez (del Mediterráneo al Índico en un periquete, pero atravesando la Puerta de las Lágrimas, un sitio en Yemen controlado por proiraníes interesados en la guerra de Gaza), o la sequía en el Canal de Panamá. Por no hablar de Ormuz, estrecho que da salida del 40% del tráfico mundial de hidrocarburos, o del Estrecho de Malaca con el 60% del comercio mundial de mercancías. Sí, mares, ríos, cordilleras y estrechos son cruciales para el equilibrio global.
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