Hastío redentor
La buena noticia es el retroceso del separatismo. Tendencia que tras cuarenta años de empellones queda ahora algo embridada.
José Ángel Marín
Jaén
Martes, 14 de mayo 2024, 00:27
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José Ángel Marín
Jaén
Martes, 14 de mayo 2024, 00:27
Lo del domingo pasado en Cataluña tiene mil lecturas. Una de ellas positiva. De entrada, las elecciones catalanas pintan un croquis de fragmentación que ya a nadie espanta. El 'Parlament' parece uno de aquellos quesitos en porciones que todavía vemos en el supermercado.
La buena ... noticia es el retroceso del separatismo. Tendencia que tras cuarenta años de empellones queda ahora algo embridada. Esa es la principal novedad: Los 'indepes' –tanto los de vocación como los de conveniencia- han perdido músculo y, por tanto, su capacidad para montar mayorías que pongan a caer de un burro la integridad territorial española. Y esa es la buena nueva tanto al norte como al sur del Ebro. Lo es para España en su conjunto, pues este resultado también atempera las ínfulas en las que andan envueltos los abertzales vascos y esos otros radicales gallegos igualmente salidos de tiesto.
A pocos días de las elecciones catalanas me tocó presentar libro en Barcelona, mi reciente poemario, y, claro, pulsé la opinión de los amigos que me recibían y, a salto de mata, aproveché también para sondear a otras personas con las que el azar me hizo coincidir. Ya de regreso, en el AVE hasta Córdoba, que por cierto llegó en un periquete -otra cosa fue llegar desde la ciudad califal a hasta la nuestra, tan quitada del medio por propios y extraños-, digo, que durante el trayecto hice conjeturas sobre el que luego sería resultado electoral.
Diré que desde el camarero que nos atendió en Gavá hasta mis colegas catalanes, todos se quejaban del declive económico y deterioro social sufrido en los últimos años en la próspera Cataluña. Bajonazo que se extendía desde lo político y que se reflejaba en el cabreo ciudadano ante la grave erosión institucional causada por el 'procés', que el ocurrente Artur Mas se sacó de la chistera de su incompetencia; apaño con el que intentaba tapar sus complejos y vergüenzas.
Ya en aquellos días de San Jordi, previos a las urnas que hoy comento, noté a los catalanes hartos del mamoneo rupturista que no lleva a ninguna parte, salvo a que hagan caja -eso sí- algunos de los gerifaltes 'indepes'. Quizá por eso ahora los votos secesionistas han caído del 51 al 43%. Y en ese vuelco brilla Illa, que ya ganó y no gobernó en 2021, quien sin ser la alegría de la huerta y tras lidiar a duras penas con la pandemia, obtiene ahora 42 escaños. Todo un potosí parlamentario con el que puede estar haciendo el favor de su vida a Sánchez, quien nos venderá la victoria del PSC como suya, aunque ya se sabe que el PSC y el PSOE son dos partidos distintos.
Por mi parte considero que el éxito de Illa, el jacarandoso, tiene más que ver con el cansancio de la sociedad catalana tras una década tirada por la borda, que con el triunfo de esa entelequia llamada 'política de reconciliación' con Cataluña, y menos aún con que Illa haya asumido la hegemonía cultural del nacionalismo. Eso sí que no.
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