
Metaverso agrícola
Esta sociedad licuada desdeña al agricultor, como el otro día en los Goya.
José Ángel Marín
Lunes, 12 de febrero 2024, 22:20
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José Ángel Marín
Lunes, 12 de febrero 2024, 22:20
Una naranja no es un holograma. No lo es un huevo frito en aceite virgen extra. Tampoco lo son los ajos tostaditos que lo acompañan. ... Que yo sepa, a semejante experiencia no te conecta ningún dispositivo electrónico. No hay metaverso, ni rollo virtual que valga frente a un tomate con su pizca de sal.
Pero esto no cuenta para los urbanitas que van de divinos, que posan en el 'photocall' de los Goya como si fueran Cary Grant. (Pobrecillos estos nuevos ricos). Digo que estos alcanforados habitantes de olimpos capitalinos, que pontifican sobre el clima sin soltar el mando del aire acondicionado, insisto, es posible que esta cuchipanda eco-histérica aún no haya descubierto que las almendras en el árbol llevan cáscara. Y, claro, por eso –desde el sofá subvencionado-, creen que están inventando el mundo. Aunque mucho me temo que no hay nada nuevo bajo el sol.
Semejante recua no solo ignora lo crucial, sino que desprecia a quienes nos proporcionan el sustento, a los que labran la tierra, se desloman, soportan vendavales y sequedad, y, llegado el caso, cosechan lo justo para ir tirando; a veces ni eso.
Esta sociedad licuada desdeña al agricultor, como el otro día en los Goya. Creen los divos de urbe que el malestar del campo es un montaje de la 'fachosfera'. Todavía no se coscan de que en la cadena de valor alimenticia, esa que va del tajo a los lineales del super, pasando por los que compran en origen, transportan y comercian con la comida en mercados o restaurantes, en esa cremallera, los primordiales son los productores agrícolas y ganaderos. Ellos, que se la juegan 365 días al año para que el bocado esté en tu mesa, son los únicos que no se enriquecen en esa cadena.
Además, ahora, pese a las cuatro gotas caídas, están ahogados por la sequía, y por unas condiciones de explotación que penalizan sus productos frente a los procedentes de otras latitudes. Productos foráneos con los que –curiosamente- Bruselas es condescendiente en términos fitosanitarios. Sí, a Europa también se le ven las costuras con el sector primario: Se comporta como madre amantísima con los ajenos a la Unión, y con los de dentro como madrastra.
En la marea agraria de estos días pasa desapercibido otro runrún: el relevo generacional. Me refiero a que la mayoría de nuestros productores están frisando la jubilación y, tal como está el patio, no encuentran a quien entregar el testigo porque el sector primario no es atractivo para los jóvenes, que, desde luego, aspiran a ese espejismo urbanita que comenté al inicio.
Ojalá en lugar de mercachifles de la política contáramos con estrategas capaces de apreciar que sin un sector primario fuerte, respetado y convencido de lo que hace, no habrá estabilidad social, económica y política. Lástima que quienes timonean la nave en tiempos raros, ignoren que en coyunturas críticas lo más difícil para un hombre honrado no es cumplir con su deber, sino conocer cuál es.
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