
Vargas Llosa, aquí
El óleo y uno de los dos ejemplares que se salvaron de la quema,están en la Fundación Cesáreo Rodríguez-Aguilera de la UJA, donde es visitable
José Ángel Marín
Jaén
Lunes, 14 de abril 2025, 23:32
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José Ángel Marín
Jaén
Lunes, 14 de abril 2025, 23:32
Álvaro, Gonzalo y Morgana quedan huérfanos en Semana Santa, y con ellos nosotros que apreciamos la literatura de su padre, Vargas Llosa, quien con su ... obra sobrevive al cese de sus funciones vitales.
En Lima y a los 89, ha fallecido don Mario. Y como ahora tendremos que cargar con el madero de su ausencia, relataré un hecho sobre Vargas Llosa que lo vincula a la Universidad de Jaén. Un suceso que conocí de primera mano, pues, aunque parece sacado del realismo mágico, enlaza al premio Nobel con mi maestro Cesáreo Rodríguez-Aguilera y, por ende, con nuestra Universidad.
Corrían los años 90, Cesáreo estaba vivo, y el Espacio Rodríguez-Aguilera de la Universidad se transformaba en la Fundación que lleva su nombre. Habíamos traído desde Barcelona a Jaén buena parte de su generosa donación artística, plástica y documental; y entre las piezas destacadas un óleo de Carlos Mensa (1936-1982), pintor solitario de personal impronta, irónico y corrosivo, que en su perfección técnica arriesgaba con telas impactantes. El lienzo en cuestión, titulado 'Mono-desnudo' (90x80 cm.), contenía sobre fondo granate la sola figura de una mujer de ojos febriles y actitud lúbrica, de cuyo tronco salía el rostro grotesco de un simio con hocico porcino.
Diré que en aquellos días yo acababa de leer la cuarta novela de Mario, 'Pantaleón y las visitadoras', en la edición entonces al uso con su anodina portada; y, como sabía que Mario y Cesáreo se trataron en Barcelona en los 70, pregunté por él a mi maestro. Él me habló de la valía literaria de Mario, de su estilo narrativo, de la complejidad estructural y del análisis profundo de realidades sociales y políticas contenidas en la obra de Vargas Llosa. Me contó Cesáreo que Mario llevaba una vida sin desazón en Barcelona, y que una noche invitó al limeño a cenar en su casa en la Diagonal. A los postres, Mario aprovechó para pedirle consejo al quesadeño sobre cómo ilustrar el manuscrito de su 'Pantaleón', que iba a publicar el editor Carlos Barral. Visto el contenido del libro, Cesáreo sugirió como imagen de portada para un relato tan singular el óleo de Mensa que cité antes. Barral, que confiaba en el criterio de Rodríguez-Aguilera, así lo plasmó en la que fue original edición del libro. Pero, tras la publicación, la censura reparó en la portada sin entrar al zarandeo del interior. De modo que se retiró la edición completa, sin tocar una letra del meollo de la novela. Sí, la censura picó en el inopinado cebo de la portada, y así se salvó el contenido del texto.
Hoy, el óleo y uno de los dos ejemplares que se salvaron de la quema, están en la Fundación Cesáreo Rodríguez-Aguilera de la Universidad de Jaén, donde es visitable aquella edición del 'Pantaleón' censurado, el lienzo y, claro, la dedicatoria manuscrita de Vargas Llosa: «Para Mercedes y Cesáreo, este libro al que ellos colaboraron con tanto cariño y que la censura saboteó. Con un fuerte abrazo. Mario Vargas Llosa'.
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