¿Cambio de hora?
José García Román
Viernes, 21 de marzo 2025, 23:56
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José García Román
Viernes, 21 de marzo 2025, 23:56
Unos derrochan energía y otros necesitan hacer esfuerzos para compensar el desequilibrio. Se han comparado nuestros días con una granja social y también con una ... Torre de Babel, de confusión de lenguas y de traductores, aunque entiendan a estos, ignorando con frecuencia a millones de ciudadanos, representados o no por los partidos políticos. La política, que exige expertos incontestables, no otorga ciencia infusa; sí 'poder' para actuar, a veces sin responsabilidad en las consecuencias que darán la cara años después, en tanto que se revisa el álbum fotográfico o se escriben memorias recreadas. Condición humana se llama.
Algo de esto tiene que ver con el odioso cambio de hora que no es inevitable. Hay países que reniegan de él pues muchos ciudadanos no acaban de entender este vaivén de horas. Según el Instituto para la Diversificación y el Ahorro de Energía (IDAE), el cambio de hora puede reducir el consumo energético en un 5%, lo que se traduce en un ahorro de aproximadamente 90 millones de euros anuales en los hogares españoles. Es decir, una media de 6 euros de ahorro por hogar. Falta la otra estadística relacionada con el despilfarro no controlado. Se ahorran 6 euros y se dilapidan 10, por ejemplo, pudiendo evitarse. Cada año, Estados Unidos pierde unos 434 millones de dólares en productividad debido al cambio de horario. En 2019, el Parlamento Europeo votó a favor de eliminar el de verano de manera permanente. El plan inicial era suprimirlos pasada la primavera de 2021, si bien quedó en suspenso debido a la Covid-19. Pero el debate se repite todos los años, en primavera y en otoño. Recordemos que en la encuesta realizada en 2018 por la Comisión Europea, más del 80% de la ciudadanía consultada votó a favor de que se modificase la normativa, asumiendo que la transición por fin se llevaría a cabo en 2019.
Parece que una corriente científica desmiente o matiza el supuesto beneficio relativo a la eficiencia energética, porque hay estudios que muestran cómo lo que se gana por un lado (la noche) se pierde por otro (la mañana), sin tener en cuenta la alteración de nuestros biorritmos que «provoca que la productividad se resienta», pues los días inmediatamente posteriores al cambio horario somos menos eficientes. El entonces presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, llamó la atención sobre este asunto y llegó a proponer que se aboliese el cambio horario «en nombre de la eficiencia y el ahorro de energía». Sin embargo, había quienes no compartían su criterio, y por tal motivo se aplazó la decisión hasta 2021. El conflicto de intereses permanece vivo, mientras una gran parte de la ciudadanía contempla cómo los argumentos en forma de pelota son rechazados por las raquetas en un torneo inacabable e insoportable.
Tengo el reloj parado, por lo que no necesito cambiar la hora –¡ya era hora!–, tras 43 años de 'baile'. Me he liberado del tormento de que si las seis son las cinco, que son las cuatro, o que las retornadas cinco, las cuatro. Se ha estropeado la cuerda y no la voy a arreglar porque está desganada. Cansada, diría yo. Esto no quiere decir que no cese de agradecer a mi reloj el servicio que me ha prestado con una puntualidad a lo Big Ben del Palacio de Westminster. Le diré a usted que he llegado a pensar en la posibilidad de hacerme de una clepsidra para el verano (¡cómo se van las horas cayendo gotas de agua!) y una clepsamia para el invierno, contemplando en momentos de reflexión cómo se desliza implacable la fina arena en busca de su destino, al mismo tiempo que me recuerda el mío. Mas lo que realmente deseo es colocar un reloj de sol que me indique la hora auténtica, pese a que sólo me interesen dos horas, más que exactas: la del nacimiento y la de la muerte. La del nacimiento, poco importa. Sí la de la muerte. ¿Para qué las demás? Todas las madrugadas son idóneas con o sin cambio de hora. Es el sol quien manda, por más que la burocracia europea y quienes la sostienen sigan haciendo lo que les venga en gana.
Pero, en verdad, lo que yo deseaba escribir de nuevo era del cambio de mentalidad: clave de la convivencia. Aunque se trata de otro cambio, de otro sol, de otra luz, de otra energía en estos días de zozobra y aturdimiento de tantos ciudadanos que van por la vida sin hacer 'ruido', acosados por el sufrimiento y el miedo de lo que pueda venir. Es momento de cambiar radicalmente de mentalidad y guardar silencio para escucharnos y escuchar a la ciudadanía, limitada a acercarse a las urnas, quedando sin voz hasta los siguientes cuatro años. Porque la voz parlamentaria de hoy no convence a una mayoría de españoles. A pesar de esto, no perdamos la esperanza.
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