'Un mundo desbocado'
Con ligereza se generalizan asuntos relativos al 'género' sin percibir que distorsionamos argumentaciones en unos momentos de serias turbulencias mentales
José García Román
Viernes, 5 de mayo 2023, 22:56
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José García Román
Viernes, 5 de mayo 2023, 22:56
Le he dado vueltas y más vueltas al título de esta reflexión pues quería evitar lo que abunda demasiado en expresiones públicas, pero he renunciado. ... Así como en la composición musical un golpe de timbal, una disonancia o un cluster puede zarandear al auditorio, el discurso literario requiere en el momento adecuado trallazos de bravos metales, intrépidas percusiones y sonidos agresivos.
No viajo por la red ni poseo tecnología adecuada con el fin de estar informado de 'todo' y al segundo, ni me interesa ni dispongo de tiempo para tal ocio. Pero la tecnología es astuta y sabe sortear obstáculos y descubrir 'kerkaportas', similares a aquella de la Constantinopla asediada por Mehmet II, y cuando se empeña penetra como el aire o el agua por cualquier rendija con el objetivo de introducirse en la vida privada, ¡y de qué manera! Es lo que me sucedió al escuchar a una profesora fuera de sí, gritando en una clase la siguiente pregunta vestida de indecorosa irritación: «¿Qué les pasa a los tíos?». Aunque no le hice caso, como a tantas sandeces que se escapan de lenguas descontroladas, sin embargo, la pregunta siguió viva en un impertinente y obsesivo eco similar a aquel anuncio de Duracell: «Y dura, y dura, y dura». Y de inmediato pregunté a media voz: «¿Qué le pasa a esta señora? ¿Qué le pasa?».
Ignoro si le sobra tiempo para impartir la docencia o ha olvidado el uso del lenguaje idóneo a su profesión y al lugar. Tampoco sé si no se percató de que el artículo determinado generaliza, por lo que ella gritó en realidad: «¿Qué les pasa a 'todos' los hombres?». Supongo que esta señora tiene padre, no sé si hermano, sobrino y primo. Por lo que no creo que preguntara qué le pasaba a su padre, por ejemplo. Lo de 'tíos' me llegó al alma.
Con ligereza se generalizan asuntos relativos al 'género' sin percibir que distorsionamos argumentaciones, en unos momentos de serias turbulencias mentales, sordas al pensamiento lógico, a la voz serena de la razón ajena a los gritos. Pienso que todo el tiempo es poco para adentrarse en las asignaturas que necesita aprender el alumnado. Y, evidentemente, siempre cabe acercarse a asuntos delicados como las pasiones sentimentales, que exigen serenidad y prudencia. La condición humana, hija de una civilización llena de trampantojos, es complejísima. No extraña, por tanto, que en lugar de superar etapas, elevarse, cultivar con respeto la 'tierra' sin brutales arados, dicha condición descienda en picado como globo agujereado o sin gas y además se nos diga que son imaginaciones.
La decencia intelectual, moral, social y política hay que conquistarla día a día, pues lo que se gana en una batalla se puede perder en otra y así hasta que el mundo deje de serlo. Somos candidatos (inclúyase el femenino) a la indecencia. Por tal motivo no existe el definitivo 'homo erectus' ni la 'mulier erecta'. Depende de muchas circunstancias, por lo que estamos expuestos a deshacer al atardecer lo que conseguimos al amanecer.
La mayoría de los hombres merecen respeto como la mayoría de las mujeres. Cansa excesiva tolerancia intolerante, tanta deformación de pensamientos y realidades. Dañan los 'fundamentalismos' en esta extraña globalización, de histeria colectiva, de mundo desbordado, de neurosis global y pseudo ideológica, de estrechamiento de manos, no precisamente 'limpias', en función de intereses espurios. ¡Pobres raíces cuadradas! también sometidas a implacable crítica aliñada con sonrojantes expresiones, crítica bien remunerada por el cargo estatal. ¡Pobres novelas! (don Miguel, ¡vigile su 'Ingenioso hidalgo' –patrimonio de la mejor España– por si se atreven a profanarlo!). ¡Pobres libros del pasado, lo que les espera! ¡Pobres cuentos de niños! ¡Pobre cine!...
La innovación cultural de miles de caras que confunde lo tangible con lo intangible, y viceversa, la estamos viendo como «fuente de desorganización y crisis sociales». Lo subrayó Juan Manuel Iranzo, profesor de la Universidad Pública de Navarra en un breve ensayo sobre el libro de A. Giddens titulado 'Un mundo desbocado'.
Nos vendría bien un nuevo 'renacimiento' a fin de ahuyentar descaradas sombras con ínfulas de luz. Y definir nuestra humanidad sintiéndonos libres como el viento, no como el vendaval.
Y por supuesto respetar lo blanco y lo negro, sin confundir la miseria con la ventura, el estiércol con un campo de rosas. Dejemos en paz los libros, las películas, los diseños, los discursos, los interminables masculinos-femeninos. Que hablen los gestos y las actitudes, y que cada cual, si lo desea, escriba sus memorias para mentir o transfigurar lo que no fue en lo que fue, u organice, como en la escena de 'El ingenioso hidalgo', la quema de sus libros, concluyéndola «a carga cerrada» (cap.XVII).
Aceptemos que «el hombre para el hombre es un lobo» y por tanto «la mujer para la mujer una loba». Nos agobia tanta máscara. Echamos en falta el género sátira como espejo de la irrealidad humana. ¿No tenemos solución? Se intuye la respuesta. ¿Qué nos está sucediendo? ¿Qué le pasa al ser humano? ¿Qué le sucede al 'homo sapiens'? ¿O quizás debamos reconocer por fin que nunca alcanzó la categoría de 'sapiens' ni de 'erectus', ni la alcanzará?
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