Los sueños y las ensoñaciones son nuestros compañeros de viaje. Los pueblos que destruyen su patrimonio con el pretexto de que es el responsable de las injusticias tienen un nombre. Y cuando digo pueblos, digo humanos (a veces, inhumanos). Es un horror hacer balance de ... la destrucción en revoluciones, guerras civiles, territoriales y mundiales. Es nuestra civilización, principalmente la que vive al resguardo en sus trincheras y murallas de inseguridad, que ama las ruinas y detesta la reconstrucción dado que su soberbia cree en la 'construcción'. «¿La razón se declara una guerra a sí misma?» (Émil Cioran). Robespierre entronizó a la diosa Razón en Notre-Dame de París. Fue premiado con la guillotina, aliada de aquella 'Sinrazón', hoy vigente en la Babel del mundo.

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Ya está París soñando con la salida del coma de su Notre-Dame, y de la humanidad, que sobrevivió al incendio, pues ocasiones ha habido para haberla convertido en cenizas. Dresde fue un ejemplo de rebeldía de una ciudadanía que no soportaba tener ante sí una montaña de escombros de la monumental Iglesia de Nuestra Señora, de la época barroca, y consiguió que se reconstruyese en breve tiempo.

El emperador Carlos soñó; El arzobispo Antonio de Rojas Manrique soñó; Diego de Siloé soñó; Alonso Cano soñó; artistas y músicos soñaron; obras maestras y maestros de obras persisten en soñar… Los sueños de la Catedral son una suma ingente de sueños soñadores. La Catedral de Granada, uno de los símbolos de la gran arquitectura catedralicia europea, que es como decir mundial, está 'construida' por miles de nombres que se entregaron y siguen entregándose a ella en su renovación. Es Notre-Dame de Granada, sin rubor ninguno. Notre-Dame de Diego de Siloé, Notre-Dame de Alonso Cano, Notre-Dame de José Risueño… Notre-Dame de inmensa luz soportada por un bosque de gigantescas columnas.

La excepcional portada nos invita a ensanchar mentes para imaginar espacios en los que la Catedral pueda proyectar su sombra desde el amanecer hasta el atardecer. Notre-Dame de Granada quiere soñar despierta, sin pesadillas. Quiere soñar que su cúpula brille en su absoluto esplendor, que sus muros, ventanales y vidrieras provoquen asombro desde la lejanía, que en los días oscuros se pueda disfrutar también el dorado que ocultan sus sillares y admirar el «profundo claroscuro de sus contrafuertes».

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Notre-Dame de Granada, Nuestra Señora de Granada, nuestra Catedral, Patrimonio del Mundo, anhela demostrar lo que es, lo que no es y lo que queda por ser, al tratarse de un proyecto de reto celeste. Al mismo tiempo, a partir de su natural majestuosidad, impertérrita frente a las fuerzas de la naturaleza y de la irracionalidad, nos invita a demostrar con probados hechos lo que somos y lo que no somos.

Dijo José Camón Aznar: «La Catedral de Granada es la más bella del Renacimiento». Cuando Luis de Góngora visitó Granada (1586) escribió el poema 'A la Ciudad de Granada, estando en ella', del que destaco estos versos: «Ilustre ciudad famosa, (…) que de tus rüinas solas / se honraran otras ciudades». «(…) y a ver tu sagrado templo, / donde es vencida en mil partes, / de la labor, la materia, Naturaleza, del arte… cuyo cuerpo aun no formado / nos promete en sus señales / más fama que los que Roma / edificó a sus deidades».

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Las catedrales sufren pesadillas porque saben de memoria el pasado de sus hermanas, desconfían del presente y temen el futuro. –Los humanos somos así: unos construyen y otros destruyen por medio del abandono o la violencia–. Mas también sonríen ante la petulancia del rascacielos que los 'rasca' pero no llega a 'tocarlos'. La Catedral de san Patricio de Nueva York permanece grandiosa, igual que diferentes catedrales del mundo, a pesar del ridículo de edificios engallados por su estatura, aunque sin altura de miras.

La Catedral de Granada sueña despierta con su torre, cuyos dibujos provocan el deseo de que se haga realidad. No está todo hecho. Podríamos decir, aunque parezca una desmesura, que está todo por hacer –es decir, mucho–. Y esto implica no olvidar andamios, sugerentes proyectos, nuevas ideas, restauraciones, reposiciones… de la mano del mecenazgo con generosas subvenciones, a sabiendas de que las crisis económicas y sociales no avisan y cuando llegan «cortan por lo sano».

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Las catedrales no 'envejecen', los sueños tampoco. Son ellas las que nos hacen viejos. La Catedral de Granada es un sueño monumental que preludia despertares de ensueño en el que los sueños dejarán de ser sueños para rendirse a la aspirada realidad. La Catedral de Granada nos plantea el reto del compromiso y la lealtad con ayer, hoy y mañana, ya que sueña y seguirá soñando más allá de lo que sueñen quienes la admiran.

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