Protesta que, como ha quedado sobradamente demostrado al pie de la calle, tiene un carácter transversal, sin que sea especialmente relevante el color político del ... cazorleño o la cazorleña inconforme con la aborrecible decisión de la Junta de Andalucía.
Los rumores que puse de manifiesto en esta columna el sábado pasado se convirtieron en triste noticia a la vuelta de tan solo 48 horas –el lunes posterior–, con la visita de la delegada territorial de Salud y Consumo, Elena González, al centro de salud de Cazorla. Para sorpresa de quienes la escucharon esa mañana, entre quienes estaban el alcalde José Luis Olivares, anunció el inminente cierre de esa instalación sanitaria y el traslado al que fuera hospital comarcal. Además, lo hizo del modo más doloroso, maquillándola como traslado sine die. Así fue como se lo comunicó a Olivares, emplazando una posible remodelación del vetusto centro de salud al 2030 o más allá, «tiempo en el que quizás haya otro gobierno en la Junta de Andalucía, por lo que yo no puedo establecer ningún compromiso». Estas fueron las palabras de la delegada según el alcalde.
Además, semejante decisión se basaba en la situación ruinosa del edificio tras las últimas lluvias de marzo, puesta de manifiesto por unos supuestos informes técnicos que al día en el que escribo esta pieza aun nadie ha podido ver fuera de esa delegación. Precipitaciones que, por otra parte, alcanzaron el pasado mes en el casco urbano de Cazorla unos modestos 160 litros/m2. Con lo que a mi parecer resulta evidente que solo es la última excusa para llevar a cabo lo que amenazaron con hacer en 2023.
Vaya por delante que el centro de salud cazorleño no se encuentra en práctica ruina desde el lunes pasado por la «lluvias de marzo» . Esta instalación es una ruina desde hace muchísimos años, como he venido contando en esta columna prácticamente desde su creación. Y si no se ha llevado a cabo su remodelación integral ha sido por falta de voluntad política desde la Junta de Andalucía, fuera quien fuese el ocupante del Palacio de San Telmo. Prueba de su insensibilidad, el desinterés por la sanidad pública y por sus usuarios y usuarias, la inmensa mayoría de los andaluces y las andaluzas.
Y en estas estamos, con un centro de salud que, parece ser, cierra definitivamente sus puertas este próximo jueves, con lo que las citas del viernes ya se harán efectivas en lo que un día pudo ser el hospital comarcal. Que se sepa, sin transporte público que lleve a los usuarios y usuarias hasta allí y sin posibilidad material de llegar a pie –hay que recordar a quien se aventure a caminar por la carretera que para ello y evitar multas es necesario un chaleco reflectante–. Sabiendo de antemano que, para el Ayuntamiento de un municipio de menos de 50.000 habitantes –Cazorla tiene 7.000–, no hay obligación de contratar un autobús urbano, y si este lo tiene es por su especial orografía y por la sensibilidad de su Gobierno municipal. Pero no hay obligación a más, mucho menos para traslados interurbanos. Con lo que, para los problemas que se plantearán a partir de ahora solo hay una puerta a la que llamar: la de la Junta de Andalucía.
Una administración que está tratando a Cazorla, a los cazorleños y las cazorleñas, del peor modo posible. Prueba de ello es que municipios de nuestro entorno como Alcaudete, Alcalá la Real, Andújar o Úbeda, teniendo hospital, disponen de un centro de salud en su casco urbano. ¿Por qué a Cazorla se le roba esta posibilidad? Y, siguiendo con las preguntas, ¿qué hay que decir al resto de los 20.800 habitantes de esta comarca? Pues está muy claro: «Ya os podéis ir despidiendo lo que un día pudo ser vuestro hospital comarcal». Porque esas instalaciones fueron concebidas para ese fin y no para añadir allí la atención primaria de, nada más y nada menos, un municipio como Cazorla y su porción adyacente de Parque Natural.
En definitiva, un gigantesco despropósito tristemente defendido y auspiciado por el Partido Popular de Cazorla, cuyas justificaciones resultan en algún caso grotescas –se dijo en el Pleno municipal de esta semana que el hospital debería haber sido construido ¡en Peal de Becerro!–. Obligando a la ciudadanía cazorleña a movilizarse casi como nunca lo había hecho –este lunes, a las 19,30 horas se ha convocado una manifestación desde la plaza de la Corredera hasta el centro de salud-. Protesta que, como ha quedado sobradamente demostrado al pie de la calle, tiene un carácter transversal, sin que sea especialmente relevante el color político del cazorleño o la cazorleña inconforme con la aborrecible decisión de la Junta de Andalucía. Y ahí seguiremos hasta que se nos escuche.
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