Redacción
Opinión

Las chicas no se humillan a los petrodólares

Riquezas acumulan a mogollón los magnates del petróleo y sus adláteres para cubrir de oro a quien las virtudes de su carrera deportiva se lo hayan permitido.

José Luis González

Jaén

Viernes, 25 de octubre 2024, 23:59

Últimamente veo a varios de nuestros símbolos patrióticos del deporte muy preocupados por las injusticias sociales que acaecen en Arabia Saudí y sus alrededores. El mismísimo Rafa Nadal acaba de manifestar que «sí», que le pagan por ir allí, pero «¿qué quieres?, ¿que sigan estando ... mal, que sigan teniendo el país encerrado, con más desigualdad?» ¡Jo!, qué tío. Recibió el Premio Príncipe de Asturias de los Deportes en 2008, pero es que ahora se está haciendo merecedor del de Cooperación Internacional. Como Jon Rahm, que firmó hace poco un contrato allí de 500 millones de euros, o el ex madridista Nacho, con un sueldo de 20 millones por dos temporadas como defensa de un equipo entrenado por otro insigne ex merengue, Michel González. O también el propio Real Madrid, cuya 'preocupación' resulta evidente en la camiseta de su sección futbolera, y la Real Federación Española de Fútbol, la UEFA o la FIFA, organizadoras de diversas competiciones en la que participan con mucho gusto varios clubes de nuestro país.

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Claro, a Rafa –'nuestro' Rafa- le acompaña la razón cuando refiere el 'encierro' y la 'desigualdad' que vive ese país. Pero, no sé, tengo la ligera impresión de que sus autoridades no contratan a nuestro inmenso tenista para que les ayude a salir de ese marasmo de injusticia e inhumanidad. Más bien tengo para mí que la intención es justo la contraria. Fichan a deportistas de renombre, patrocinan clubes y organizan eventos alrededor del globo con el propósito que las dictaduras siempre han perseguido a lo largo de la historia: lavar su imagen y enviar al mundo una foto fija distorsionada a su gusto. Ocultando las inmorales desigualdades así como los sanguinarios machismo, homofobia o racismo que allí se viven.

Riquezas acumulan a mogollón los magnates del petróleo y sus adláteres para cubrir de oro a quien las virtudes de su carrera deportiva se lo hayan permitido y, claro, deje aplastar su ética y su moral por el vil metal. Aunque aún hay personas de carácter inquebrantable y muy bien aconsejadas que no ceden ante semejante tentación. Como Toni Kroos, que siquiera se prestó al chantaje de posar con la camiseta de campeones de la Supercopa de España, ganada por el Real Madrid a comienzos de año en aquellas tierras. Los silbidos al jugador bávaro cada vez que tocó el balón en esa competición nos suenan a balada celestial a quienes sentimos admiración por este chico merced a sus habilidades futbolísticas y humanas.

Pero hoy también quiero rendir homenaje a las 106 profesionales del fútbol femenino –nacionales de 24 países- que han puesto pie en pared ante el último despropósito de la FIFA, con su presidente, Gianni Infantino a la cabeza. Entre ellas, destacan Elena Linari, Jessie Fleming y Doris Bacic, capitanas de las selecciones italiana, canadiense y croata, respectivamente; o la estadounidense Becky Sauerbrunn, excapitana de su selección, y la afgana Khalida Popal, cuyo país es hoy aplastado por el régimen talibán. Sin que tampoco se pueda dejar pasar la lastimosa participación española en esa lista: tan solo aparece Maitane López, que para más inri milita en el NY Gotham estadounidense.

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El conflicto parte del acuerdo firmado por la FIFA con una petrolera árabe que la convierte en la mayor patrocinadora del Mundial masculino de 2026 en EEUU, México y Canadá, así como del Mundial femenino de 2027 en Brasil. Las jugadoras califican este patrocinio como «un golpe en el estómago para el fútbol femenino, socavando décadas de trabajo de aficionados y jugadoras de todo el mundo». Yendo mucho más lejos al afirmar que «es mucho peor que un gol en propia meta para el fútbol: la FIFA bien podría echar aceite en el campo y prenderle fuego (…). Nuestro trabajo como jugadoras profesionales ha sido un sueño para nosotras y es un sueño para las niñas que serán las jugadoras del futuro. Nos merecemos algo mucho mejor de nuestro organismo rector que su alianza con esta pesadilla de patrocinador». Más clara, el agua.

Y hechos son amores. Así es como se lucha contra la injusticia. Sin milongas para justificar lo evidentemente injustificable en estos días de crecimiento desmedido de la injusticia social. De flaqueza de la igualdad efectiva entre ciudadanos y ciudadanas con la depauperación de servicios públicos tan esenciales como son la sanidad, la educación o la asistencia a las personas dependientes. Aprendamos de estas jugadoras y no escudemos nuestra pasmosa cobardía con justificaciones 'a lo Nadal'.

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