Cuando la edad y la sociedad te empujan al rebaño
Aparece el miedo al qué dirán, el autocuestionamiento y… el dolor.
José Luis González
Jaén
Viernes, 26 de abril 2024, 23:11
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José Luis González
Jaén
Viernes, 26 de abril 2024, 23:11
Escribo esta pieza tras disfrutar de una película que me ha llegado muy hondo, que ha sacado a flor de piel sensaciones que guardaba en cajones de una memoria lejana. Se trata de 'Close', largometraje belga dirigido por Lukas Dhont y coprotagonizado por Eden Dambrine ... y Gustav De Waele, dos jovencísimos actores. Se hizo merecedor en 2022, entre otros muchos reconocimientos, del Gran Premio del Jurado –ex aequo- en Cannes y de una nominación como mejor película internacional en los premios Oscar.
Extremadamente sencilla en la forma, esta obra cinematográfica nos habla desde el corazón de un grupo humano contemporáneo en el que, de inicio, reina la paz, a modo de relato costumbrista. Centrada en dos familias de una pequeña población agrícola, bien avenidas y caracterizadas por el trabajo en el campo y una bondad sincera hacia adentro y hacia afuera. Ambas, mantienen un solo nexo en común, pero que parece inquebrantable: la amistad de los dos miembros más jóvenes de uno y otro núcleo familiar, Léo y Rémi, que cuentan 13 años de edad. Y que crecen en un entorno de libertad y preñado de los más nobles valores de una sociedad tan democrática y moderna como es la belga. Parece que todo juega a favor de ellos. Léo es un chaval activo que ayuda con esmero a sus padres en el negocio familiar –cultivan flores en una gran extensión de terreno- y Rémi destaca más bien por su sensibilidad, que le permite tener buenas dotes para la música. Ambos pasan juntos casi todo el tiempo, e incluso muy a menudo duermen en la misma cama en casa de Rémi, creándose también una relación muy especial entre Léo y la madre de su amigo, Sophie.
Pero llega la hora de escalar a otra etapa educativa y, tras el verano, comienzan sus estudios de Secundaria. En un ambiente de efervescencia adolescente donde las convenciones sociales hacen su aparición de un modo casi imperceptible, pero que van haciendo mella poco a poco en la vida diaria de los dos chicos hasta zarandearles con brutalidad. Y no piensen que se trata de otra película de las que giran en torno al acoso escolar. Nada de eso. Es todo más ambiguo, más sutil, incluso se podría decir que más creíble. Y no les cuento más.
Es evidente que describe una edad en la que todo es frágil y confuso, en la que el deseo sexual despierta al mismo tiempo que la conciencia de las convenciones sociales. El tallo es quebradizo y todo lo que ocurre tiene una enorme influencia presente y futura. La confianza, el afecto, la lealtad, la simpatía y el respeto que se profesan dos niños de manera recíproca experimenta un cambio cualitativo al aparecer esas reglas de conducta que la sociedad impone con guante de seda en esta parte del mundo. No se puede negar que aún resulte raro que un chaval adolescente deposite su cabeza sobre el hombro del amigo cuando siente esa necesidad; y se percibe igual de raro que ese amigo acepte el gesto con normalidad y cariño. Si esto sucede, lo que no es en absoluto extraño es que otros y otras les interroguen «¿es que sois novios?». Y es precisamente esta pregunta –quizás, lanzada sin sombra de maledicencia- lo que hace saltar todo por los aires. Aparece el miedo al qué dirán, el autocuestionamiento y… el dolor.
Lo que antes era normal, ahora muta en insólito, en extraño. Sin llegar aun a aparecer con claridad el espinoso asunto de la homosexualidad, uno o los dos chavales se plantean por qué no actúan como muchos de sus compañeros entre ellos y en su relación con las chicas. Y semejante 'despertar' es terreno abonado para la huida a los convencionalismos, fácil en apariencia; un empujón hacia la protección del rebaño, donde los futuros varones y mujeres actúan como la sociedad espera de ellos y ellas.
Claro, yo que ya cuento más de medio siglo sobre este mundo, no podría acabar este texto sin referir lo que supone esta situación para una persona que sí que es homosexual y que siempre tuvo la conciencia clara de serlo. Que, como la mayoría en otro tiempo, se sintió empujado hacia el rebaño. Y que observa el presente con el optimismo de quien verifica un avance social muy patente, sobre todo entre un importante sector de las nuevas generaciones. Pero no es suficiente. Aún queda mucho trabajo por hacer para que esos dos chavales puedan recostar la cabeza el uno sobre el otro sin sentirse raros y sexualizados.
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