El fútbol 'pasa' de los derechos humanos
Los ejemplos se cuentan por decenas cada temporada, desde el fútbol base hasta las competiciones internacionales más multitudinarias
José Luis González
Jaén
Viernes, 17 de enero 2025, 22:08
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José Luis González
Jaén
Viernes, 17 de enero 2025, 22:08
Hace unas semanas, leí a un periodista en su columna de una de las cabeceras más importantes de la prensa deportiva española –creo que es el adjunto al director de ese medio-, la queja de que los últimos ministros de Cultura y Deportes eran unos ' ... culturetas' que no tenían ni idea de deporte. Algo, por otra parte, muy lógico en el marco de un Gobierno progresista que, en teoría, ha de dar preponderancia al desarrollo de la Cultura en este país moderno y desarrollado –también se supone- que es el nuestro. Sin desmerecer, por supuesto, la importancia que ha de otorgarse al deporte y a los deportistas españoles. Para lo cual a buen seguro que el Ministerio se verá cada legislatura en la obligación de encontrar a un Secretario de Estado que, 'cultureta' o no, tenga los conocimientos y la pasión requeridos para encarar con prestancia los desafíos de nuestro universo deportivo.
En cualquier caso, al leer la columna de ese reconocidísimo periodista se me vinieron a la cabeza los mandamases de las dos entidades con más poder de nuestro de 'deporte rey', y por ende las más poderosas del panorama deportivo patrio: la Federación Española de Fútbol y LaLiga. La primera, presidida muy recientemente por Rafael Louzán, y la segunda, dirigida hace ya largo tiempo por Javier Tebas. Dos señores cuya trayectoria política y profesional se ha desarrollado sin demasiadas luces y con un generoso muestrario de sombras. De tal modo que, parafraseando a nuestro periodista de cabecera, se trata de dos personas poco o nada 'culturetas' y, desde luego, muy pero que muy 'futboleros' en el más amplio sentido de la palabra. Mostrándose, al parecer, bastante encuadrados en el prototipo de ministro que reclamaba el plumilla deportivo.
Fíjense si lo serán que el otro día, con motivo de la final de la Supercopa de España en Arabia Saudita, Louzán se atrevió a prever que esta misma competición en su versión femenina también podría disputarse allí durante la próxima década. Esa es la idea de la 'renovada' RFEF, arrastrar a las jugadoras españolas a disputar partidos en un país en el que sus mujeres nacionales están sometidas a una legalidad basada en la sharia. Es decir, desde su nacimiento hasta su muerte están tuteladas por un hombre –ya sea su padre, su hermano o su marido-; han de entrar en los edificios públicos por entradas diferentes a los hombres; no pueden viajar en el transporte público junto a los hombres, al igual que no pueden estar en el mismo lugar que ellos en las playas o en cualquier otro lugar de ocio; deben vestir en público con la 'abaya'; no pueden exponerse en Internet «de manera poco apropiada» –me ahorro la explicación de lo que esto significa-; no pueden elegir pareja sin el permiso de su 'tutor', y por supuesto no pueden divorciarse sin el de su marido… ¿Sigo?
Todo ello, sin poner en duda el hecho incontrovertible de que el fútbol es el deporte que mejor se adapta a cualquier país islámico. Sin buscar demasiado, en sus tripas se pueden encontrar generosas dosis de racismo, xenofobia, machismo y homofobia. Los ejemplos se cuentan por decenas cada temporada, desde el fútbol base hasta las competiciones internacionales más multitudinarias. Los ataques a Vinicius, Lamine Yamal o Nico Williams por el color de su piel; los grupos de extrema derecha que, por ejemplo, aún conserva con orgullo en su grada el Atlético de Madrid; los escarceos sexuales de determinados jugadores, envueltos en denuncias por abusos; o la increíble –más bien, irrisoria- 'ausencia' de jugadores homosexuales en el fútbol español, son claros ejemplos de lo que refiero.
Así que, por qué debo extrañarme de que el presidente de la RFEF sea un político gallego de largo recorrido que vio la 'luz' de la política cuando era bedel de un pabellón deportivo. Y que culminó su carrera –impulsada por mentores acusados de todo tipo de tropelías- en 2022 con la condena a siete años de inhabilitación para cargo público, por prevaricar cuando era presidente de la Diputación de Pontevedra. Fíjate tú, por una minucia: en 2013, pagó 86.311 euros por unas obras de mejora que ya habían sido realizadas en 2011.
No cabe duda de que Ángel María Villar, Luis Rubiales y Pedro Rocha tienen en Rafael Louzán un digno sucesor. Y el fútbol español, un presidente a su medida. Por supuesto, ni por asomo 'cultureta'.
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