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Pepe 'El Tomillero' empieza a mirar de reojo eso que se llama actualidad y que ahora parece desarrollarse en un ciclo un tanto esperpéntico, en el que las ansias de poder soplan con aire huracanado todas las cornetas en un intento de hacer caer las ... murallas de esta Jericó en el que quieren convertir el solar patrio. Se intenta que desaparezcan las reglas del juego y se pone énfasis en destacar que una reunión de cuatro gatos puede sustituir a todas las urnas.
No hay nada más que ponerse ante el televisor o ante las imágenes fijas que publica la prensa escrita, y liarse a contar: cuatro gatos o, como mucho, cuatro gatos y medio. Ni hay más ni hay razón alguna para sustituir la mayoría expresada en las urnas por tan escasa presencia a la convocatoria callejera.
El papel de los dirigentes políticos de este país parece limitarse a seguir asegurándose su economía. No, ya sé que no son todos, pero ya esta bien de arrogarse el nombre de España y de sus ciudadanos en lo que es su propia cruzada personal. Han tomado a la ciudadanía por tonta tras contar a muchos tontos entre los escasos que se tiran al ruido de la calle.
No, ya sé que no son todos, pero brillan como la bisutería de plástico mientras, por un lado, se guarda un silencio cómplice y, por otro, se azuza en un intento de remover el río para ver que pescan, siempre en un beneficio propio porque si de verdad quisieran el beneficio de todos lo primero que tendrían que hacer sería hacer realidad ese principio constitucional de la igualdad, que no está ni se le espera. La ciudadanía cada vez es menos igual, como cada vez está mucho más alejada de la igualdad de oportunidades que tampoco existe por más cuentos que intenten contarnos.
En lo único que nos igualamos es en la máxima de 'una persona, un voto' y como es lo único que nos queda podemos consultar en las hemerotecas la de veces que los políticos –de todos los partidos y formaciones– los han comprado para intentar alcanzar el poder. Hay ejemplos de que se han adquirido antes durante y después de las elecciones. Ya es tan normal que la ciudadanía, sin votar y sin nada, ha amnistiado o indultado a los compradores y vendedores y ha permitido que sus formaciones políticas sigan ahí, perfeccionando el sistema de compra y confirmando que la ciudadanía nunca lleva la razón, y que, si la llevara, hay otros estamentos a los que acudir para evitar que la lleven.
Pero no es solo eso ni ante situaciones como las de ahora mismo. La ciudadanía no pinta nada en un sistema que la ha centrifugado, que permite que la sustituyan portavoces singulares en nombre de vayan ustedes a saber quién, que la secuestra con normas que defienden al poderoso legislador que inventó como respuesta el silencio administrativo y que la usen como moneda de cambio en transacciones particulares, vendiéndola mediante promesas incumplidas, con acciones que se alargan en el tiempo sin que lleguen a meta.
La ciudadanía es la única cosa que siempre debería llevar razón y el que haya personalismos que no sólo lo pongan en duda, sino que manipulen su esencia en su propio beneficio, es un peligro.
Ahora lanzan a la calle a cuatro gatos sin tener en cuenta que el 23J la lanzaron a las urnas y la mayoría decidió.
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