Pepe 'El Tomillero' recuerda, tras leer todo lo publicado sobre el «horroso error» que provocó que un cartel con el sello de Almería y el visto bueno municipal viajara de norte a sur y de este a oeste a la velocidad de las redes sociales, ... que también un error suyo al aparcar le costó los cuartos sin obtener perdón ninguno. Era un error, de libro, pero error y de nada valió haberlo reconocido. Se retrató ante la recaudación municipal y saldó el fallo dejando con menos saldo su cuenta de ahorro. Ese error no mereció que alguien hiciera la vista gorda o que, al menos, aplazara por unos días el pago de una sanción que le llegó en el peor momento de un mes de esos en los que se juntan todos los recibos de tasas, impuestos, seguros, hipotecas y esas facturas del taller del coche y de imprevistos varios porque con eso de la obsolescencia parece que todo se va rompiendo en casa a la vez y hay que renovar el ajuar. Su error no conllevó, pese a reconocerlo, perdón alguno.

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¿Cuántos errores no cometemos los ciudadanos rasos? Cada día un 'puñao', pero los pagamos, como es normal y deber social. Claro que sí, eso es lo lógico. Lo que ocurre es que, aunque haya muchas personas a las que se les llena la boca de hablar de igualdad, ese derecho fundamental sigue sin aparecer y por eso hay ciudadanos rasos y otros con galones. Los rasos suelen cumplir siempre. Los que tienen galones, ustedes me dirán después de los que sabemos.

Además de que se haga tabla rasa, está el que se oculten las cosas, el que quien tiene que dar la cara no lo haga, el que los galones se junten para evitar que se sepa lo que ha pasado. No se trata de que se pida una sanción para todo aquél que se equivoque, sino que el equivocado asuma lo que ha hecho o ha dejado de hacer. Al menos, eso. Curiosamente aquellos que suelen pedir más transparencia a los demás -a los rasos, principalmente-, son los menos transparentes y quienes más se resisten a poner las cartas boca arriba, los que hablan de su gestión a veces sin saber lo que gestionan.

Decir, como se ha dicho, que aquí no ha pasado nada y que hay que hacer borrón y cuenta nueva, es seguir eludiendo responsabilidades. Lo sucedido con la gestión después de la retirada del bochornoso cartel institucional del Ayuntamiento de Almería, es como reconocer con el silencio la falta de conocimiento y capacidad de quien o quienes cometieron el error -al menos tienen que estar implicados un técnico, un político y quizá hasta un asesor, porque en todos los casos relacionados con campañas institucionales de este tipo tiene que seguirse necesariamente un protocolo-. Así que al menos dos personas en representación de la ciudadanía con galones -político y técnico-.

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tienen que estar implicados. ¿Fallaron los dos? ¿Alguno de ellos impuso al otro su criterio? ¿Alguien ha abierto una investigación interna? Los ciudadanos rasos nunca vamos a saberlo. Ni siquiera nos acercaremos a ello si mañana Almería apareciera sembrada de carteles por la igualdad porque, por si no lo saben, la igualdad no existe, es un invento. Todo acto igualitario a la fuerza hay que adjetivarlo. En la ciudadanía rasa todos somos iguales, pero en la jerarquizada hay eso: jerarquía. Se empieza por ahí y se termina diciendo que bien muertos están los que de todas formas se tenían que morir.

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