Pepe 'El Tomillero' recuerda que, en algún cajón, tiene guardada una baraja francesa más trucada que el ciclomotor de un caco con la que, de vez en cuando, trata de explicar de una manera práctica, lo que es la manipulación. Cuando la saca en plena ... discusión del tema a modo de prestidigitador, llama la atención del auditorio al que, tras hacerle el truco, les pide que piense dónde está. Todavía -y lleva años en ello- no ha encontrado a nadie que diera con precisión en el clavo. Hay, eso sí, aproximaciones, pero nadie da en la diana. Es entonces cuando todos los participantes quieren conocer las razones por las que el auditorio ha sido llevado al huerto, por qué ha calado el engaño y si eso es algo casual o lo pueden encontrar en cualquier punto del trayecto de sus vidas.

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Lo cierto es que la manipulación surge de las mentes que más debían respetar a los demás. Está en las leyes que no terminan de tener solo una interpretación y que, en su aplicación, en lugar de favorecer a las víctimas favorecen al verdugo, desfavorecen al débil y se ponen a favor del poderoso y hasta se pasan la igualdad por el arco del triunfo. Esas leyes están hechas en los parlamentos por las personas a las que hemos dado el poder de ser nuestros representantes, están avaladas por supuestos expertos, revisadas por los grupos políticos y sus asesores, comentadas por los líderes que, además, cuentan con más expertos a tanto el cargo e interpretadas por personas que tienen su razón profesional en el Derecho, pero que a veces andan torcidos, especialmente cuando aquí dicen una cosa y allí otra distinta aunque trabajan con los mismos datos y la misma base.

Es un dicho popular, pero es cierto que quien hace la ley, realmente hace la trampa. Es decir, el truco. Es decir, la manipulación, el engaño, el amaño, la adulteración, el fraude… Y al final volvemos a la ley del embudo y a tragar con lo que hay porque cambiar las leyes es imposible con la que nos cae encima y con quienes viven de que no cambien.

Ejemplos los hay a docenas y no hay legislatura en la que surjan normas que no tengan futuro. Es más, como nos gusta tanto derribar y como prueba ahí hay ejemplos urbanísticos que lo avalan, cuando algo no gusta a la oposición lo primero que dicen los legisladores del grupo es que lo derogarán. No es que vayan a consensuarlo ni a pedirle a los expertos que trabajen en ello, no. Lo derogan y se acaba el problema. ¿El problema de quién?

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No hay grandeza de pensar realmente en la ciudadanía en su conjunto. En los que estamos y en los que vendrán detrás. Aquí se piensa más en asegurar cuatro años y colocar a los suyos en un puesto que en darles la vida a todos. El truco es presentarnos como aliados incondicionales a quienes no tienen ningún respeto a los demás ni a los derechos de todos y así no, esa trampa ya no vale. La ley no puede tener trampas.

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