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Pepe 'El Tomillero' entra en Semana Santa con el recuerdo de escenas recogidas en las distintas fases en las que una persona desarrolla conocimiento y encuentra grandes similitudes entre los inicios de primaveras vividos, con la única diferencia de que en cada una de ellas ... llevaba a cuestas, si sigue un orden cronológico, un año más de experiencia. Son recuerdos propios pero seguro que también de todos, en una conjugación de primera, segunda y tercera persona del plural porque nosotros, vosotros y ellos, repetimos, repetís y repiten esa tradición de fe que el poeta achacó a nuestros mayores. Y es así y tanto lo es que la tradición también se carga, cada año, uno más de experiencia y eso, se quiera o no, la transforma y hasta hace que a algunos les suene diferente.
La fe, de la que Mateo en su Evangelio recoge de boca de Jesús aquello de que mueve montañas, no es otra cosa que confianza. La que, sin pruebas de ADN de por medio, es la misma que tiene un hijo en su padre y un padre en su hijo. Fe, creencia, confianza sin evidencias de verdad, así porque sí. Y vaya si ha movido montañas y mares, en el mundo oriental y en el occidental.
En todo el globo terráqueo el ser humano no parece ser nada ni nadie si no tiene fe, la suya propia, por lo general, heredada de sus mayores. Esa es la que ahora mismo está en las calles de Almería, con olor a primavera, a incienso, cera, aceites y flores, llenando calles y estrechando aceras.
En lo que no hay fe es que, en algún momento, el Ayuntamiento de Almería -gobierne quien gobierne, porque Semana Santa ha habido siempre- sea capaz de redactar, en el pliego de condiciones para la concesión del servicio de transporte colectivo urbano -autobuses- que la empresa concesionaria ponga un horario especial que permita, a quienes no viven en el centro, participar de las procesiones. Basta con mirar la hora de salida de los templos, la entrada en carrera oficial y la recogida para deducir que, salvo la Borriquita y El Resucitado, no hay más desfiles procesionales que puedan disfrutar quienes viven en el término municipal de Almería más allá del río e incluso mucho más acá, porque hay que recordar que no todo el mundo tiene posibilidad de coger un coche propio o moverse en taxi. Fe en un horario especial, ninguna. Es decir, la misma en que se entienda la diferencia entre la movilidad teórica y la movilidad práctica.
Está muy bien aprenderse la palabra, repetirla y hasta engatusar con ella, pero de ahí a que vivamos en una ciudad inteligente o eficiente hay un trecho bien largo en el que tampoco podemos usar tranvía, ni AVE, ni Talgo, ni Avant, ni expreso, ni el tren de Holanda, más bien el coche de San Fernando y siempre que haya aceras que unan un barrio con otro. También hemos perdido la fe en todo eso y en los aviones y en los barcos y en todo aquello que nuestros mayores pensaban legarnos y hasta la estamos perdiendo en lo que ahora pensamos legar a nuestros nietos.
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