Políticos del bien y del mal

Puerta Purchena ·
«¿Es mala gente aquél que no piensa como usted, pero que es el primero en acudir a echarle una mano cuando se le presenta un problema?»

José María Granados

Almería

Jueves, 23 de febrero 2023, 11:31

Pepe 'El Tomillero', en uno de esos ratos que tiene libre, reflexiona sobre esas cosas que, de vez en cuando, de sesión en sesión senatorial, tiene la ocasión de escuchar al líder de la oposición, contra el que no tiene nada en contra en lo ... personal, pero del que no entiende, pese a no emplear la lengua gallega cuando habla, lo que dice ni lo que postula. Lo de la buena gente le ha entrado por el oído y, en lugar de salirle por el otro como suele pasar cuando escucha a muchos políticos -más de los necesarios-, le ha llegado al alma y, desde ese punto tan sensible de la condición humana, le ha hecho pensar en lo que dentro de unos años cuando, seguro, un parlamentario trans suba a la tribuna o lo nombren ministro, o haya sido elegido concejal o alcalde en las listas del PP, sentirá al recordar estas palabras y ubicarse junto a los que no son buenas personas.

Seguro que no diferirá mucho de lo que, en la actualidad, sientan aquellos representantes públicos homosexuales, divorciados, con especificación de eutanasia en su testamento vital, con historial abortista, elegidos en listas populares para el Parlamento Europeo, Congreso, Senado, parlamentos autonómicos, diputaciones y ayuntamientos, cuando ejerciendo ya derechos como esos, escuchen a su líder y entiendan que cuando dice que «hay que dejar en paz a la buena gente» les está realmente diciendo que ellos, los suyos, son mala gente, por ejercer un derecho al que se oponía su partido. Al menos se puede entender así el silogismo planteado por el ex presidente gallego. ¿O le preguntamos a Aristóteles?

Mala gente es algo que surge cuando, sin nombrarlo, aparece en contraposición a la buena gente. Lanzamos una cosa y pretendemos que la razón no nos lleve a la otra. ¿Usted qué se considera? ¿Es mala gente aquél que no piensa como usted, pero que es el primero en acudir a echarle una mano cuando se le presenta un problema? ¿Y en ese caso, qué gente es buena o es mala? Esperábamos del gallego algo más cerca de Santa Teresa con aquello de quién es el pecador, «¿el que paga por pecar o el que peca por la paga?», pero todavía no ha llegado a la altura deseada y con la edad que tiene va a ser un poco difícil que lo haga. Se ha quedado en eso de buena gente mirando sólo hacia un lado, al suyo, y todo lo demás, se deduce con claridad, es mala gente.

Otra vez lo de las dos Españas, la contraposición y el enfrentamiento. En el Senado, dicho lo dicho, se le ha vuelto a dar la razón a Machado al exponerse desde el estrado la singularidad de un político y ese lado oscuro tan egoísta que no le deja ver más allá de lo que cree que son sus ideas. De momento, lo que también ha dejado claro es que hay políticos del bien y políticos del mal, aunque lo que realmente debería existir son políticas para hacer el bien y políticos menos malos en la novena acepción que recoge la Real Academia Española: «Inhábil, torpe, especialmente en su profesión». Una pena que con lo exigentes que somos para algunas cosas, el nivel de un político no lo tengamos en cuenta y miremos más unas siglas que a la persona. Luego viene lo que viene: Matas, Urralburu, Hormaechea, Marco, Griñán, Millet, Fabra, Baltar… Sean buenos siempre.