Pepe 'El Tomillero' insiste en no poder entender que se saque a los Santos para pedir agua y que, a renglón seguido, se rece para que no llueva. Es una de las muchas contradicciones que ha encontrado a lo largo de su existencia, como la ... de Josué, el sol y las murallas de Jericó, los filisteos, y hasta aquello de quien rezaba a diario pidiendo que le tocara la lotería y tuvo que escuchar la voz de trueno de Dios recomendándole que además del rezo se molestara al menos en comprar un décimo para el sorteo. Y es que quien quiere algo debe saber que también lo que quiere debe costarle algo, aunque también aquí se pueden producir contradicciones.
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En mi barrio, después de un carro de años pidiendo que se le metiera mano a una antigua instalación deportiva, abandonada por la Real Federación Española de Fútbol, su propietaria, y reconvertida en residencia de personas sin techo, foco de infecciones por su descuido, drogadicción y sexo gratuito o de pago, nos despertamos en plena calima a golpe de máquina y derribo. Así, sin avisar al vecindario que, en principio, hasta llegó a pensar que se había liado lo que a diario vaticinan algunos dirigentes del mundo cruel. Conforme caía el cemento armado de gradas, vallas y tribuna y se removía el suelo para quitar lo que en años se había reproducido sin más ayuda humana que la del olvido, el polvo grisáceo, que en su tiempo sustentó el terreno de juego, maridaba a sus anchas con la calima sahariana, provocaba ceguera y tos en la población humana y alcanzaba a roedores e insectos que abandonaban aprisa en lugar en desbandada.
Ni los cielos echaron agua entonces ni la empresa ejecutora de la actuación pensó en la necesidad de un riego amortiguador del polvo ni el viento dejó ese día de soplar y de distribuir el polvo por portales, terrazas, 'terraos', interiores, fosas nasales y aparato digestivo. Una ventana abierta, una rendija, y el polvo se convirtió en arena, como el carbón se convierte en cristal que afecta a los pulmones.
Es cierto que en días siguientes -tres o cuatro- no solo la empresa decidió, tras advertencia de la ciudad, mantener de forma permanente una cuba y, por si fuera poco, también llovió, con lo que mejoró notablemente una situación que, sin mediación alguna, hubiera llevado un día más al infierno a los moradores de las cercanías. Levantar polvo tiene esas cosas, que ni siquiera se puede convertir después en lodo. Dejar pasar el tiempo y no actuar en su momento es otras de las contradicciones de esta sociedad en la que para reclamar primero hay que sufrir la indefensión del ciudadano que parece estar siempre a la cola por más que en cada cita electoral le digan que trabajarán por él.
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También es cierto aquello de que no siempre llueve a gusto de todos, pero ya deberíamos estar acostumbrados a ello porque la historia está llena de casos en los que la lluvia, que nos aporta algo imprescindible para la vida, es mal vista en determinados sectores. Y aquí, de nuevo, la contradicción de los llantos. O lloran los hermanos cofrades, o lo hacen los agricultores, o lloran los hosteleros, o los enfermos de vías respiratorias que necesitan que se purifique el aire, los turistas que nos llegan o los emigrantes que se nos van… qué difícil es contentar a todos.
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