Sana envidia
«En Almería parece que la mejor gestión es la que ahorra, aunque haya muchas faltas o la que más dinero devuelve a Europa, aunque nos ahoguen las necesidades»
José María Granados
Periodista
Miércoles, 2 de abril 2025, 23:50
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José María Granados
Periodista
Miércoles, 2 de abril 2025, 23:50
Pepe 'El Tomillero' se ha tomado unos días de relax y, después de esperar sentado a que alguien le explicara las razones por las que ... se ha construido un parque infantil en medio de un desierto de solares con el niño más próximo a unos diez estadios de distancia, ha puesto tierra de por medio y, en poco más de cinco horas, sin contar las esperas burocráticas, ha viajado al presente para recrear el pasado. Vamos, que, de repente, ha recorrido más de cuatro veces la distancia que separa a los almerienses de la capital del Estado para darse de bruces con la Toscana y el Véneto, todo un récord que podía hacer sido mayor si, en lugar de tener que desplazarse a Málaga para coger un avión, alguno de esos políticos tan almerienses que tanto pecho sacan por Almería, hubiera trabajado por conseguir más ofertas de movilidad para el aeropuerto Antonio de Torres -o como le vayan a poner- de Almería. Tiempo han tenido desde aquél 6 de febrero de 1968 en el que se inauguró – 56 febreros han pasado ya- y se teme que alguno de sus descendientes se quejará de lo mismo dentro de otros 56. Ahí lo deja.
Bueno, dos horitas bien medidas desde Almería a Málaga en coche, dos horitas y… en avión y media horilla más y en otro mundo, toda una herencia que ni los bárbaros del norte ni los bárbaros del sur pudieron arrebatar a la humanidad por más intentos que seguro planearon.
Como en Almería, donde la piqueta siempre ha estado más dispuesta a actuar y donde todavía nos venden la necesidad de seguir derribando porque hay que recuperar la visión del mar, de ahí la construcción de esas altas torres que impiden asomarse al Mediterráneo salvo que uno pague un potosí por un ático minúsculo de amplísima terraza y elevado IBI; ese lugar en el que desaparecen los árboles y se plantan mantas y mantas de polietileno verde, incluso a escasos metros de la facultad de ciencias medioambientales, en pleno corazón de la 'In Lumine Sapientia', no me pises el juanete que me duele. Almería es el sitio en el que parece que la mejor gestión es la que ahorra, aunque haya muchas faltas, o la que más dinero devuelve a Europa, aunque nos ahoguen las necesidades.
Almería hace mucho tiempo que perdió la personalidad que le daba su propio conjunto urbano. Si en los años del desarrollismo y la falsa modernidad se empezó a perder la esencia del Paseo y se vino abajo el urbanismo típico de ciudad mediterránea con el abrazo, por parte de la autoridad competente, a los nuevos ídolos del acero inoxidable, el hormigón y el plástico; si se permitió que el más anciano y principal monumento se pusiera en peligro, si el casco histórico se abandonó a su suerte; si se permitió construir un muro entre el mar y la ciudad… Ya no hay remedio.
Por eso, al ir a extramuros y encontrarse con grandes y pequeñas ciudades que sí han sabido cuidar su historia, que se muestran orgullosas de ello, que presumen de ello, que viven de ello, que supieron cuidar su personalidad, no se puede menos que sentir sana envidia.
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