Pepe 'El Tomillero' sigue avergonzado ante el mal ejemplo que una gran mayoría de personajes públicos transmite en comparecencias, intervenciones, declaraciones, respuestas y lecturas de comunicados y también por lo que el tiempo se encarga de mostrar y desenterrar de las catacumbas de la sinrazón ... y que, como en el caso de Mónica Oltra, deja ver que no todo lo que reluce es oro ni mucho menos y que muchos de los que se dicen demócratas no dudarían en tumbar la democracia en su propio beneficio.

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Esta vergüenza de querer convertir todo en una especie de patio de mi casa, en el que manda el protagonista de la conversión no debe, sin embargo, arrinconar a los verdaderos demócratas ni llevar a la decepción de la pasividad a quienes cada cierto tiempo somos llamados a las urnas. Es más, debe animar a quienes alguna vez se han sentido avergonzados por unos y otros y ya han manifestado estar hastiados de la política, a retomar su papel y, con fuerza, reclamar, voto a voto, lo que realmente debe ser la representación política, tanto en el gobierno como en la oposición, siempre encaminada a alcanzar el mejor futuro para la ciudadanía.

Claro que, para nuestra desgracia, estamos más que influenciados por las circunstancias que nos marca este momento anómalo del siglo XXI que vivimos y protagonizamos. Tan clavados tenemos los ojos en las pantallas que hemos permitido que nos abduzcan y que ante cualquier cosa que se nos presente en ellas actuemos sin ponernos un segundo a pensar en lo que estamos haciendo. Nos tragamos todo lo que nos dan como si de antemano nos hubieran permitido entrar en el guion, formar parte de un libreto pensado para ser espectadores y no actores directos de la historia. Nos movilizan para ser de uno o de otro, sin término medio, sin posibilidad de elegir lo bueno de uno y lo bueno de otro, sino decantarnos por la idea menos mala que no siempre es la más buena.

Últimamente parece haberse tocado techo, y no porque la voz gallega 'tellado' lo signifique en castellano, sino porque se ha vuelto difícil superar los niveles de grosería y mala educación, en directo o en diferido. Estamos invadidos por personas desvergonzadas, deslenguadas, procaces, lenguaraces, descaradas, carretoneras, desbocadas, malhabladas… y, además, con título de señorías. En lugar de dar ejemplo, lo que realmente dan son ganas de vomitar.

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Bueno, pues el tiempo pasa y ya tenemos un frente electoral ante nosotros, aunque sean vascos y catalanes los primeros en entrar en liza, los primeros en salir a calentar. Y claro, el anuncio de vuelta a las urnas mantendrá abierta, sin duda, la disputa y la borrasca mostrará rayos y centellas, insultos, acusaciones sin que, a la larga, cuando todo haya pasado, los lenguaraces y deslenguadas, sean puestos en ese lugar que, como en el caso Oltra, debería ser su expulsión de la arena pública por mentir, insultar y acusar falsamente.

Pero no será así porque, en cierta forma, sus jefes. -algunos de ellos también deberían desaparecer de la vida política- ya les han dicho que no se preocupen, que sigan así y que al final será amnistiados.

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