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Cuando a las 23 horas, 59 minutos y 59 segundos del día 31 se le paró el reloj, Luis no le dio importancia. Total, se trataba de un modelo digital comprado por dos euros en AliExpress, por lo que cualquier cosa podía esperarse. Sí se ... preocupó cuando el día 1 de enero, al actualizarse el sistema operativo, se borraron todos los datos del disco duro del ordenador, que justo después se apagó. Bueno, tengo copias de los archivos más importantes, se dijo, y parte del trabajo en la nube. Sin embargo, no pudo entrar en su cuenta con el móvil, que también había dejado de funcionar. Eso sí era grave. Rebuscó por el armario un teléfono antiguo, pero no le servía la tarjeta pin, demasiado pequeña para el dispositivo. Maldito progreso, pensó. ¿Podría vivir sin mensajes y llamadas? ¿Sería una señal del destino? Menos mal que se había tomado unos días de vacaciones y no tendría que contestar a los múltiples correos electrónicos de su jefe. No te alteres, se dijo. De todos modos, era fiesta, y no podía llevar a arreglar el teléfono y el ordenador, por lo que más le valía mentalizarse para pasar el día sin noticias. La ansiedad le invadió al principio, pero al rato empezó a tranquilizarse y a disfrutar de esa rara soledad.

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