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Deprime comprobar cómo nuestros políticos y los principales partidos, que se supone que representan a la mayoría de los españoles, son incapaces de guardar la compostura ni siquiera en el aniversario del 11-M, donde lo único importante debería ser el recuerdo de las víctimas. ... También la responsabilidad de los terroristas yihadistas, aunque a estas alturas la Fundación FAES, personajes turbios como José María Aznar y algunos miembros del PP todavía la pongan en duda. Deberían recordar que precisamente fueron los mensajes sobre la intoxicación informativa que circularon por las redes sociales los que propiciaron un cambio de gobierno. Ni José Luis Rodríguez Zapatero, el candidato por el que nadie apostaba en el PSOE, terminaba de creérselo. Pero lejos de aprender de los errores, los partidos políticos y sus portavoces no han dejado de mentir desde entonces, de intoxicar la vida pública, de crear bandos, rencillas, maquillar la realidad e incluso las leyes, sin que quede un resto de dignidad política, allá donde se mire. Y eso en un contexto internacional donde se habla de la tercera guerra mundial, de una nueva glaciación en Europa porque la corriente circular del Atlántico está deteniéndose, del apocalipsis nuclear o climático.

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