Edición

Borrar

Desde que Donald Trump ganó las elecciones en USA y personajes como Elon Musk y Steve Bannon hacen el saludo fascista (que nunca ha sido ... romano), han vuelto los machotes. Siempre han estado ahí, pero ahora se quitan la máscara democrática. En las casas, en las empresas, en los bares, en la policía, en los ayuntamientos. «¿Quién manda ahora?», parecen decir. «Si Trump hace lo que le da la gana en el mundo, yo puedo hacer también lo que quiera aquí», que es cualquier sitio. Frente a tanto gallo dispuesto a enarbolar la motosierra, no ayuda la cultura del enfrentamiento fomentada por ciertos sectores de la derecha y la izquierda y del propio Gobierno de España, que traza líneas rojas y no parece tener en cuenta a los millones de ciudadanos que no le votaron en las últimas elecciones. Pedro Sánchez ha acusado a Alberto Núñez Feijóo de ser un «colaboracionista» de la extrema derecha mundial, a lo que el PP ha contestado que el presidente del Gobierno está vendido a Rusia. ¿Dónde está el sentido común? Así no vamos a ninguna parte. Sólo lograremos que aumenten las simpatías por la extrema derecha y dar crédito a ese discurso tan arraigado en parte de la población de que «sólo ellos se preocupan por los problemas de la gente». Ya lo estamos viendo en Alemania, donde muchos votantes prefieren ser amnésicos y cometer viejos errores, los mismos que están cometiendo algunos países, empeñados en volver a 1938, la antesala de la Segunda Guerra Mundial. Es lo que solemos hacer en España, reviviendo conflictos más domésticos, pero igualmente sangrientos. Frente a esa actitud, hay que poner en valor la cultura del pacto, la colaboración institucional y entre los gobiernos locales, autonómicos y estatal.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

ideal Machotes