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Lo de la estación de tren en Granada es como una partida de Monopoly –la más larga que he visto– en la que el Ministerio de Transportes, el Ayuntamiento de Granada y los vecinos de los barrios de los Pajaritos, Rosaleda, Chana y Bobadilla se ... ven forzados a reinventar una y otra vez el futuro de la ciudad. Lo curioso es que ese futuro va cambiando desde hace veinticinco años, como si cada curso asistiéramos a una nueva temporada de 'Stranger Things'. Vino Óscar Puente a desayunar con el periódico IDEAL bajo el brazo y revolucionó al personal, que ya ve pisos, un centro cultural y un 'parking' en el suelo del ferrocarril. «Veo muertos», decía el niño de la película 'El sexto sentido', que es lo que tienen algunos ministros, que ven lo que nadie ve. ¿Cuántos turnos pierde uno si cae en la casilla de Renfe? Lo que más me gusta es el «ánimo constructivo» con el que acudimos a las reuniones en el Ministerio de Transportes, que ha resultado ser el Ministerio de la Magia de Harry Potter. ¿Será otra de las virtudes de Óscar Puente? La gente andaba preocupada con figurar en su lista negra y lo que tenía era una libreta con proyectos para integrar el tren en Granada. Hasta la alcaldesa Marifrán Carazo se ha puesto contenta. «Es un proyecto para la ciudad y tiene que ser beneficioso para sus ciudadanos. Quiero agradecer la flexibilidad del ministro y su equipo», ha dicho, y por un momento hemos soñado vivir en un país donde lo normal es la colaboración institucional.

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