La cafetería
Juan Antonio Díaz Sánchez
Viernes, 13 de diciembre 2024, 23:36
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Juan Antonio Díaz Sánchez
Viernes, 13 de diciembre 2024, 23:36
En la villa de Caniles, lucía un soleado día cuando el verano ya había sufrido los estertores propios de su crepúsculo y el otoño saludaba a los ruiseñores, que continuaban trinando posados en las ramas de los árboles, encargados estos de poner la banda sonora ... que junto a la chiquillería se escuchaba de fondo en el Paseo de las Aguas del Alcalde Felip mientras que éstas manaban a través de los generosos surtidores que las fuentes poseían. Calendas septembrinas ochenteras marcaban el almanaque mientras que el nuevo curso acababa de empezar en el Colegio «Juan XXIII», el otoño comenzaba a vestir de oro las ramas de los árboles, ya iban apareciendo las primeras brumas de octubre.
Durante aquellos días abría sus puertas la Cafetería Dake Dai, que fue ideada, erigida y regentada por la familia Belmonte, concretamente por don Rafael Belmonte, quien regentaba una humilde tienda de ultramarinos en la vecina ciudad de Baza, y que, con bastante ayuda familiar, logró reunir todo el capital necesario para construir el edificio que alberga dicho establecimiento. Incluso hasta su nombre, Dake Dai (Monte Grande), fue ideado por uno de sus hijos, José Manuel Belmonte. Este establecimiento fue inaugurado el 27 de septiembre de 1980 y hasta bendecido por el párroco local, el Rvdo. Padre Don Francisco Grande. De esta forma, el fundador pudo legar a su hijo Antonio un oficio con el que ganarse la vida, que conocía perfectamente puesto que antes lo había desempeñado en la discoteca Scorpio, la decana granadina. Durante sus inicios, la segunda planta del edificio fue concebida como un salón de convenciones en cuyo interior se celebraron desde bodas hasta mítines políticos puesto que en aquellos años todavía nuestro país transitaba hacia la Democracia.
Sin lugar a dudas, podemos afirmar y sin riesgo a equivocarnos que la Cafetería tuvo una extraordinaria acogida en el municipio siendo muy bien recibida, sobre todo, por el público más joven del mismo pues ésta constituía un sitio nuevo de socialización diaria con aires refrescados por los vientos del pueblo. En la misma, se podía y puede disfrutar del sabor y aroma del mejor café, que sirven en la villa, hecho con amor, esmero y cariño como sólo saben hacerlo las manos del barista. También se pueden degustar sabrosos combinados preparados con el mejor género, que se encuentra en el mercado, y toda la profesionalidad atesorada durante cincuenta años de experiencia. A todo esto, debemos de añadir el profundo agradecimiento de Antonio a sus clientes (muchos de ellos amigos), a su fidelidad; así como a los distintos camareros y camareras que aquí han trabajado.
Durante las tardes de los míticos años ochenta y los legendarios noventa, la Cafetería se convirtió en un preminente lugar de encuentro donde, además de degustar los aromas y sabores antes mencionados, se podía disfrutar de unos ratos de asueto jugando al billar, que tan importante llegó a ser para ésta, incluso celebrándose varios campeonatos donde los jugadores aficionados canileros llegaron a vencer a los «profesionales» forasteros. También se jugaba a los dados y además se llegó a instalar en el altillo del local una bolera que contaba con catorce metros de pista.
Y, cómo no, al igual que sus paisanos, amigos y clientes, Antonio conoció en mayor profundidad a quien es su esposa, Cristina, pues ennoviaron en 1985, contrajeron matrimonio en 1990 y han tenido tres hijos: Antonio, Cristina y María; y hasta ya cuentan con tres adorables nietos: Antonio, Críspulo y Gabriel. Sin duda alguna, una familia que se forma contando con la Cafetería como escenario en cuyo interior se levanta el telón para que comience de la vida su función transmitiendo importantes valores de generación en generación.
Por supuesto, ésta es la mejor forma de asegurar el futuro, es decir, preservando y conservando la tradición nacida desde antaño. Así que, tomando esta premisa como punto de partida, podemos afirmar que la Cafetería siempre ha estado y está a la vanguardia en cuanto a la conservación, preservación e impulso de las tradiciones canileras se refiere. Pongamos algunos ejemplos para ilustrar esto que estamos diciendo. Antonio y su familia llevan treinta y cinco años decorando el establecimiento por Navidad con una originalidad desbordante puesto que cada año es distinta y casi siempre los adornos son elaborados artesanalmente con materiales reciclados, haciendo uso de una portentosa imaginación. Del mismo modo, fueron ladrones de San Sebastián el 20 de enero de 2007 y, por lo tanto, hermanos hasta el mismo día de 2008; todo un inconmensurable honor para cualquier canilero que no tiene comparación. A continuación, se procede a saludar a don Carnal antes de que entre doña Cuaresma pues en su seno nació el idilio por la farándula que Cristina vive todos los días de su vida. Sin embargo, si hay algún día que, como el Día del Señor, Jueves Santo y la Ascensión, brilla más que el sol, en la Cafetería es el «Día de la Vieja», antaña tradición de romper la vigilia cuaresmal, en el campo, al llegar el miércoles que señala su ecuador. Por cierto, hablando del Jueves Santo, esta familia también es cofrade pues son devotos de Ntra. Sra. de la Soledad y Ntro. Padre Jesús Crucificado, señera Hermandad de arraigadas tradiciones, que se desvela por conservar pese a los años pasar, siendo para la Semana Santa canilera un pilar fundamental. Con motivo de la procesión de la espiga y la bendición de los campos, el año por el que su itinerario discurre por la calle Capel, durante la «mañanita de San Juan», visten los tradicionales altares para al Santísimo Sacramento adorar y al verano saludar. En plena época estival, cuando la villa es acariciada por la canícula, ésta se viste de luces y faralá al celebrar su feria, constituyendo unos días perfectos para el reencuentro entre familiares y amigos, y así poder subirse «al Carro» -otro distinto al que se refería Manolo Escobar pues se trataba de una caseta de feria- de una «deseada» piscina municipal. Antonio y sus amigos realizaron una carroza para reivindicar, de una forma muy ingeniosa e inteligente, la construcción de una piscina municipal en la localidad cuando en ésta todavía se carecía de dicha infraestructura. Finalmente, todos los deseos se suelen pedir a la luz de una vela o de una candela para que se conviertan en realidad, máxime, si se prende la misma, durante una noche de diciembre, para Santa Lucía venerar.
Otra de las buenas costumbres, que se mantiene en la Cafetería, es la afición por el deporte y su seguimiento, donde el fútbol se hace bastante colchonero, al igual que se siguen los partidos de otro rojiblanco nazarí, el Granada C.F., los del Real Madrid y el F.C. Barcelona. «Pero…, no sólo de fútbol viven las aficiones deportivas del hombre» sino que en este establecimiento se siguen con mucha atención el tenis, ciclismo, baloncesto, boxeo -sobre todo cuando se sube al rin nuestro paisano Kiko Martínez-, y, por supuesto, los Juegos Olímpicos.
La Cafetería «Dake Dai» fue y es posible gracias a que inicialmente se concibió como un negocio familiar. Además, Antonio y su familia, hacen que todos sus clientes, pero sobre todo los habituales o parroquianos, nos sintamos parte de la misma y estemos en dicho local como en nuestra propia casa: ¡gracias! por hacernos sentir así. Por último, espero y deseo que podamos seguir asistiendo a nuestra Cafetería, es decir, a nuestra casa por muchos años más.
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