«La emancipación social de la mujer ennoblece al hombre (…) Veamos pues, en nuestras madres, esposas e hijas, seres aptos, a igual capacidad mental y ... busquemos generosos para ellas, el mismo porvenir social que nosotros deseamos; en vez de restarles libertades que la misma naturaleza nos impone respetar.» Sin lugar a dudas, cuando el doctor don Alejandro Santamaría de Paz, médico titular de la compañía ferroviaria Águilas-Lorca-Baza, publicó estas reflexiones en el Boletín de la misma, correspondiente al mes de febrero de 1917, quizás el doctor Santamaría no fuera plenamente consciente, o sí, de la enorme relevancia que las mismas poseían y la trascendencia que llegarían a alcanzar para la historia de las mujeres en España durante el siglo XX. Este médico aguileño quiso dar estudios universitarios a todos sus hijos e hijas que quisieran realizarlos sin importarle su género. No obstante, su hija Angelita, que fue la segunda de los once que tuvo, se convirtió en una de las más brillantes científicas murcianas del siglo pasado.
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Doña Angelita Santamaría Giménez llegó a Granada en 1922, proveniente de su Águilas natal, para estudiar la carrera de Medicina y llegar a ser una buena médico como lo era su padre quien se convirtió en el mejor maestro que ella pudo tener: «Yo aprendí de mi padre, porque era / un médico de fama de otros tiempos / y admiré sus virtudes, / de mirar con amor a sus enfermos…» como muy bien afirma en sus propios versos escritos en Calarreona (Águilas-Murcia) el onceno día agosteño de 1973. Seguramente, lo que doña Angelita Santamaría nunca llegaría a pensar es que, en septiembre de 1928, se hallaría en la Universidad Central de Madrid estudiando los cursos de doctorado bajo la mentoría del doctor don Francisco de las Barras de Aragón y Sevilla, catedrático de Antropología, y sería becaria del doctor don Santiago Ramón y Cajal en el Instituto Nacional de Higiene Alfonso XIII. Sin embargo, la doctora Santamaría pudo lograr alcanzar ser la eminencia médica que fue, en primer lugar, gracias a sus altas capacidades, inteligencia, sagacidad, mérito, esfuerzo y trabajo; y, en segundo lugar, gracias a tener unos padres excelentes que jamás se rigieron por los convencimientos sociales de aquella época.
Antes de que Angelita Santamaría cruzara el dintel de la puerta de la Facultad de Medicina por aquella época sita, su entonces cuarta sede, en un ecléctico edificio de la calle Rector López-Argüeta, y compartiera aulas con sus amigas y compañeras Ada Ellen Breed Gray, londinense, y la granadina Josefa Salmerón Ibáñez; por el interior de aquellos pasillos habían transitado Eudoxia Píriz Diego, que llegada desde Salamanca fue la primera estudiante de Medicina de la Universidad de Granada, y la madrileña Leonor Gaona Constante. Una vez que Angelita Santamaría marchara a Madrid y Ada Ellen a Santiago de Compostela con el propósito de poder terminar la licenciatura porque les quedaba una asignatura pendiente, las tres alumnas que les tomaron el testigo fueron la almeriense Elena Lázaro Sánchez, la cartagenera Pilar León de Miras y la vinarense María de los Ángeles Soler Planas. Pasada la Guerra Civil Española, iniciaron sus estudios galénicos en dicha sede y los finalizaron en la quinta –aquella que, desde 1944, todos hemos conocido en la Avenida de Madrid y que ahora alberga el edificio V Centenario– la cartagenera Julia María Buitrago Vivó y las granadinas María del Pilar Sobaco de Ossó, las hermanas María Luisa y Basilia Casares Córdoba, y Carmen Fernández Salmerón.
El pasado trece de marzo del corriente como colofón de la programación que la Universidad de Granada llevó a cabo para celebrar el 8M y gracias a la iniciativa del profesor doctor don Miguel Guirao Piñeyro, quien preside la casi centenaria Asociación de Antiguos Alumnos de la Facultad de Medicina de Granada y respaldado por la misma, se colocó una placa conmemorativa con la fotografía de todas y cada una de aquellas mujeres pioneras y brillantes que fueron verdaderamente unas auténticas adelantadas a su tiempo. Dicha placa se colocó en el hall de la Facultad de CCPP y Sociología de Granada cuyo edificio se ubica donde antaño estuvo el de la cuarta sede de la Facultad de Medicina.
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Este homenaje estuvo dividido en dos partes. La primera de ellas, que fue la institucional, consistió en el descubrimiento de dicha placa y la explicación de su contenido por parte del profesor Guirao. Esto se hizo en presencia de numeroso público asistente entre los que se encontraban tanto familiares directos de las hermanas Casares, hijo y sobrino, y de doña Angelita Santamaría, sobrina y sobrinos nietos; como autoridades académicas universitarias: la Señora Vicerrectora de Igualdad, Inclusión y Compromiso Social, doctora doña Mar Venegas Medina, y el Señor Decano de la Facultad de Medicina, doctor don José Juan Jiménez Moleón. También se encontraban presentes varios investigadores, que han profundizado en la vida y obra de alguna o varias de estas médicas pioneras, como el Licenciado don Miguel Ángel Ureña Santiago cuyo TFG ha versado sobre este tema. La doctora doña Sol Mochón Benguigui, cuyo inconmensurable trabajo de investigación realizado al alimón junto a un servidor, ha sido decisivo tanto para dar a conocer la excelsa biografía de la doctora Santamaría como para lograr su nombramiento de Hija Adoptiva de la villa de Caniles e Hija Predilecta de la ciudad de Águilas a título póstumo. Y la profesora doctora doña Enriqueta Barranco Castillo quien ha sido pionera en realizar estos estudios de género.
La segunda parte, que fue la académica, consistió en la impartición de una serie de conferencias a cargo de doctos profesionales del ámbito médico. La primera conferencia fue impartida por la profesora Barranco, quien habló sobre Eudoxia Píriz Diego. A continuación, el profesor Guirao ofreció otra ponencia sobre Josefa Salmerón Ibáñez, la primera practicante y odontóloga granadina. Cerró el ciclo don Rafael López de la Torre Casares que fue el encargado de hablar sobre su madre, María Luisa Casares Córdoba, la primera médica granadina.
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Es evidente que se están dando pasos firmes y muy importantes para visibilizar a estas Sinsombrero de la Medicina en la Universidad de Granada. No obstante, estoy absolutamente convencido que, gracias al entusiasmo del profesor Guirao, dentro de no mucho tiempo estemos presentando una obra colectiva bajo su coordinación que profundice en las biografías de estas primeras alumnas de la Facultad de Medicina. Quiero agradecer públicamente la celebérrima labor que el profesor Guirao, nieto e hijo de enormes médicos y científicos –«de casta le viene al galgo» como reza el refrán popular–, está realizando para rescatar del injusto olvido a estas grandes mujeres, así como la historia de la propia Facultad de Medicina, próxima a conmemorar su también V centenario, y la de sus antiguos alumnos, algunos de ellos, con un importante «valor añadido». Está claro que esta deuda, espero que más pronto que tarde, la terminaremos de saldar porque se lo debemos a ellas cuya historia fue obviada por quienes la escribieron y nos lo debemos a nosotros como parte de la sociedad que somos y que queremos ser avanzando hacia la igualdad plena entre géneros.
Ellas fueron las «trece varas de Esculapio» que se atrevieron a romper techos de cristal impuestos por absurdos convencionalismos androcéntricos sociales propios de su tiempo. Honor y gloria para ellas cuya historia siempre permanecerá en nuestra memoria.
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