Brotes de esperanza
Juan de Dios Carreño Castro
Martes, 9 de julio 2024, 23:11
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Juan de Dios Carreño Castro
Martes, 9 de julio 2024, 23:11
Recientemente se ha publicado en la revista XLSemanal un artículo de Carlos Manuel Sánchez titulado 'Un nuevo modelo de negocio. Emprendimiento social: empresas que apuestan por el bien común'. Se refiere a empresas acogidas a la nueva figura jurídica de Sociedades de Beneficio e Interés ... Común (SBIC) y que, por definición, son «compañías que, voluntariamente, persigan obtener, en el ejercicio de su actividad empresarial, un beneficio social y/o ambiental, además de un beneficio económico».
Este modelo de empresa, que no supedita 'todo' a la obtención del máximo beneficio, está en sintonía con las propuestas de la Doctrina Social de la Iglesia (DSI). En efecto, el reconocimiento de que la persona y su dignidad debe estar en el centro de toda la acción social y económica, y que cualquier otra cuestión debe estar supeditada a este reconocimiento, forma parte sustancial del fundamento de la DSI. Juan Pablo II, en el número 35 su encíclica Centesimus Annus, lo establece muy claramente: «La finalidad de la empresa no es simplemente la producción de beneficios, sino más bien la existencia misma de la empresa como comunidad de hombres que, de diversas maneras, buscan la satisfacción de sus necesidades fundamentales y constituyen un grupo particular al servicio de la sociedad entera».
En la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC) consideramos que la existencia y progreso de empresas como las citadas al principio, y como otras adheridas a modelos que priorizan el bien común (Economía de Comunión de los Focolares, Economía del Bien Común de Christian Felber, ...), muestran que las propuestas de la DSI no son utópicas, que pueden ser la alternativa real a un modelo económico que genera tanta desigualdad, tanta pobreza y que arrasa los recursos naturales.
Además, muchas otras empresas están promoviendo lo que se llaman Políticas de Responsabilidad Social Corporativa (RSC), en un intento de integrar, de una manera voluntaria, las preocupaciones sociales y medioambientales en sus operaciones comerciales. Sin embargo, hay que señalar que, en algunos casos, la implementación de estas políticas es una mera estrategia de marketing con el único objetivo de maximizar los beneficios.
Teniendo presente que «comprar es siempre un acto moral, y no sólo económico», como nos recuerda Benedicto XVI en el número 66 de su encíclica Caritas In Veritate, a los consumidores nos corresponde concienciarnos de esa responsabilidad, discernir qué empresas aplican con rigor y sinceridad su preocupación por el bien común (cuidando a sus trabajadores, al entorno social y al medio ambiente) y actuar en consecuencia.
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