El Involucionista

Demasiada cabeza para mí

«No vais a dejar de ser unos mediocres, en el mejor de los casos, el resto de vuestra puñetera vida por más que os empeñéis en esforzaros para haceros ver como superiores»

Juan Sánchez

Periodista

Lunes, 10 de febrero 2025, 23:41

Hago un esfuerzo desde hace tiempo por acercarme un poco más al mundo cultural y lo cierto es que me resulta bastante dificultoso. Y no es por falta de empeño e interés; es porque cada vez que lo intento la cuesta se empina más. Sin ... ir más lejos, el pasado sábado después del derbi futbolístico le di una nueva oportunidad a la Gala de los Goya. Ya estaba comenzada y menos mal. Mis energías por seguirla resultaron un tanto escasas. Es que no entiendo cómo un evento de estas características se estira tanto, más que un chicle de esos kilométricos de Boomer. No puede ser que se dilate durante más de tres horas. Me fui a la cama sobre la una de la madrugada, puse le tele del dormitorio y ahí seguía la cosa. Supongo que algunos dirán que estuvo de maravilla, que Maribel Verdú, eterna esta mujer, la llevó perfectamente encarrilada y que los galardonados fueron los merecedores. Pero yo es que eso de que a uno le den una distinción, del tipo que sea, y se remonte hasta los tiempos de Tutankamón para dar agradecimientos e ir de bien quedas pues como que no. Es un rollo del carajo escuchar tanto nombre de familiar, ver tanta lágrima fácil y aguantar soflamas políticas. Y todo esto con Pedro Sánchez de cuerpo presente.

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Eso sin obviar el desfile por la alfombra roja, que algunos la verdad es que acceden a ella sin haber reparado ante un espejo un instante. Por favor, un poco de decoro, de saber estar y de elegancia. No les digo que se llegara a los límites que se sobrepasaron, me refiero a ordinariez y poco gusto, de los últimos Grammy, pero algunos y algunas tanto que se acuerdan de ellas cuando suben al escenario parecen no tener ni madre ni abuelas, esas que cuando ibas a poner el pie en la calle te hacían un escáner visual que ríete de los arcos de seguridad del aeropuerto. Es que no pisabas la acera si no ibas «como Dios manda». Sí, ahora me dirán que en el mundo de la cultura proliferan los ateos y que cada cual puede ir como le plazca porque para eso hay libertad de expresión. Pero les diré que la elegancia es una virtud, o se tiene o no. Esto no se consigue por más que uno lo entrene. Si no me creen es fácil. Pónganse el pelo a lo Richard Gere y su traje. ¿A que no es igual? Pues eso.

Uno puede lucir las galas que estime oportunas, pero ya está bien de hacer el cafre, el quinqui y de llamar la atención de una manera tan absurda y exagerada para decir que uno está ahí porque nadie repara en él. Esfuérzate en la interpretación, conviértete en un gran actor o actriz y verás como los focos se te dirigen, mientras tanto eres uno más de los del montón. El domingo estuve, sin faltar a mi cita, viendo a Iker Jiménez, que tuvo a bien llevar a su programa del misterio a Antonio Banderas. El malagueño Iba con un jersey marrón más feo que pegarle a un padre con un calcetín sudado, pero con ese porte, esa manera de disertar, de entonar, pareciera que le vestía Armani. Es que yo me pongo ese suéter y me enmaraño los cuatro pelos que me quedan y quedo como Cagancho en Almagro. Como le pasaría a la mayor parte de los mortales. Es que o se nace así o nada.

Cada uno está destinado para una cosa. Que por más patadas que le demos a un balón ninguno vamos a ser el nuevo Messi. Yo voy al tenis, tengo entrenador, juego bastante con mi heredero y con otros compañeros del club y, qué quieren que les diga, no veo a Alcaraz advirtiendo de mi presencia en las pistas. Pero esto a los de la cultura, sobre todo a los del cine, les sienta fatal que se lo digan. Se piensan que van de guais cuando no llegan ni a chachis. Es que te los encuentras por la calle y porque han salido tres veces en uno de esos culebrones nacionales, con los que nos atormenta a media tarde Atresmedia y RTVE, se creen que de ahí a Hollywood hay un paso. Panda de ilusos. No vais a dejar de ser unos mediocres, en el mejor de los casos, el resto de vuestra puñetera vida por más que os empeñéis en esforzaros para haceros ver como superiores. Esa pseudo supremacía vuestra os la dan mis impuestos y los del resto. Que si no fuera por las ayudas nacionales y autonómicas la inmensa mayoría de estos que nos pretenden dar lecciones de todo estarían haciendo malabares con paquetes de clínex en los semáforos. Un poquito de honestidad, de sensatez y de dejar de mirarse el ombligo, que, como la inmensa mayoría de los mortales, sois unos donnadie. ¿Lo ven? Por más tiempo que pase el cine y la industria que le rodea no avanza, porque están rodeados de ineptos, chupópteros y mindundis de medio pelo. No se merecen ni un cabezón, ni de los de tiempos de la peseta.

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