El Involucionista

Tus ojos bandidos

«Deben ser los efectos de la globalización o del cambio climático, porque esto en el antiguo Oeste no ocurría. Allí las cosas se zanjaban de una vez. Escuchabas un silbido y todo a tu alrededor se te fundía a negro»

Juan Sánchez

Almería

Lunes, 30 de septiembre 2024

«¡Qué grandes e incombustibles las hermanas Salazar! ¡Qué visionarias! Una adelantadas a su tiempo, sin duda, y si no que se lo pregunten a Puigdemont cada vez que se tropieza con Junqueras. Como en las películas de Leone en el Desierto de Tabernas con ... secuencias de plano y contraplano de rictus desafiantes; de miradas colmadas de odio y desprecio. Ese embobamiento de ojos que se entrecruzan puede ser involuntario o forzado, aunque no siempre es así y es que el estrabismo es caprichoso e impide saber si uno está mirando al prójimo, a sí mismo, a su ombligo o al tercer ojo, no confundirlo con el del que todo lo ve que corona la pirámide de los billetes de dólar. Reconozco que esas construcciones me generan cierto desasosiego. Lo padecí hace años en la mismísima Chichén Itzá y eso que no había visto el especial sobre el lugar con el que el ínclito Jiménez nos agasajó a los amantes del misterio hace un par de semanas en 'Cuarto Milenio'», le dije yo a mi colega Sergio en la terraza de 'Los Domínguez' cerveza en mano.

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«Cierto», me contestó. A lo que añadió: «Sigo sin dar crédito con lo que está pasando en esta sociedad, en la que por doquier, querido Juan, nos invade la hipocresía y la doble moral. Hace unos días me dispuse a participar en una prueba deportiva en un municipio de la provincia y buena parte de los presentes comentaban que 'así cualquiera', en alusión al organizador, porque estaba teniendo la 'suerte' de que tras las últimas municipales todos los ayuntamientos gobernados por el mismo partido político le estuvieran contratando sin competencia, a través de contratos menores, como si no hubiera más empresas. Y yo no creo en las casualidades, al igual que tú».

Eso me llevó a una reflexión, en la que puede que influyeran los efluvios del alcohol a buena cuenta de que ya había perdido la misma de las que nos habíamos metido entre pecho y espalda. Y es que unos se quejen del otro por un hecho y luego éstos lo clonan y aquí paz y después gloria. Sí. Es esa hipocresía como cuando te encuentras con alguien en una situación violenta y en lugar de tener el arrojo, el cuajo, de mirarte a los ojos y descerrajarte el tiro a bocajarro con su particular verborrea que tiene por arma arrojadiza, va y te suelta eso de que «sabes que te aprecio». Vamos, que pone la venda antes de la herida por aquello del qué dirán.

«Hasta ahora resultaba que la máquina del fango, estimado Sergio, la manipulaba la oposición o, por lo menos, eso es lo que nos dijo el estirado que tenemos por presidente del Gobierno y al que parece que el manchego Almodóvar está dispuesto a pedirle algo más que subvenciones. Tanto es así que ya tiene pergeñado un plan para amordazar a la prensa que no le ríe las gracias o no le da jabón a su amada Begoña. Pero resulta que los 'populares' dicen que para máquina de generar lodo la de los socialistas. Bueno, pues en esas estábamos cuando en un consistorio, un 'popular' paracaidista con la misoginia que le caracteriza, la misma de la que hace gala un colega suyo que pega alaridos por las ondas, no tuvo otra que arremeter contra todo aquel que tenía ante sí después de haberse quedado sin argumentos. Del mismo modo que el forajido que se siente acorralado desenfunda su Colt y comienza a desbocarlo a ver si con suerte se lleva a alguien por delante. Pero, pretencioso edil, la víctima te salió respondona y te dio un revolcón inesperado y te dejó poco menos que como al pelele que se le pincha y no echa gota. Un achuchón de la mismísima hija del cactus es lo que tú quieres sin que se sepa. Pero eso tiene arreglo. Sal a la calle y busca esa bata de guatiné de beso pinchoso».

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«Se muy bien lo que me quieres decir, amigo Juan, eso ya lo he vivido, e incluso tú te has visto en más de una ocasión en tiroteos semejantes o es que ya no recuerdas cuando el secretario general de un partido te llamó para amenazarte con la interposición de una querella por haber publicado un reportaje en el que dejabas al aire sus vergüenzas y su sed de venganza para con sus familiares que le dieron la espalda por considerar que se había convertido en un trepa de la política y todo por una autopista por la que no circula ni el aire. Pero tranquilo que a todo cerdo le llega su San Martín, y si no que se lo hubieran preguntado a tu abuelo Jerónimo, que de jefe indio tenía poco, pero ojo que cuando decía aquí estoy yo temblaba hasta el Ibex 35, y yo creo que algo de eso atesoras en los genes, porque eso es inherente a la persona. ¡Ay tu abuelo! Que cada Navidad saludaba a tres marranos con su faca».

«Propio o no, Sergio de mi alma, te das cuenta de que no evolucionamos. De que los tontos por metro cuadrado se multiplican. Deben ser los efectos de la globalización o del cambio climático, porque esto en el antiguo Oeste no ocurría. Allí las cosas se zanjaban de una vez. Escuchabas un silbido y todo a tu alrededor se te fundía a negro. ¡Qué tiempos! Pues, sabes qué, que voy a ir a festival wéstern a respirar esa esencia que aún le queda en su ambiente y a darle rienda suelta a la hermana de mi siniestra que tiene el don de callar de una las memeces del gracioso más predispuesto con o sin aprecio. Y levántate ya que vamos a acabar la cerveza y con la indolencia de 'Los Domínguez'».

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