De las tres pruebas PISA (matemáticas, lectura y ciencias), España obtiene los resultados más deficientes en matemáticas (473) y lectura (474). Esta última ha sido motivo de una fuerte polémica.

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La Real Academia Española (RAE), en un reciente documento, critica que «los jóvenes no son ... capaces de argumentar, de resumir la idea principal de un texto, y no se expresan oralmente con fluidez. Además, tienen deficiencias en la redacción de textos». Para evitar estas carencias, los académicos piden incrementar las horas de Lengua Española. Terminan censurando que se haya «demonizado la memoria», y defienden un modelo educativo intermedio entre la memorización y la transmisión de competencias y destrezas, aunque reconocen que la línea educativa europea y la LOMLOE van en la línea competencial. En efecto, la creencia que hoy existe es que nuestros alumnos tienen serias lagunas de comprensión y expresión lectora, tanto hablada como escrita, quizá debido a que pasan más tiempo delante de las pantallas digitales que de un buen libro de lectura.

Según el ministerio, este dictamen de la RAE «está basado en 15 informes de colaboradores, le faltan datos y es parcial». Además, entiende que la ley actual (LOMLOE), cuya implantación plena se hará en el presente curso, fundamentada en las recomendaciones del Consejo de Europa, «no desprecia los contenidos, sino que busca su aplicación práctica en la vida cotidiana». Además, «en la ley actual se propone el estudio del idioma desde un punto de vista comunicativo, apostando, sobre todo, por la comprensión de textos orales y escritos».

Al margen de las carencias de nuestros jóvenes, hasta ahora, PISA ha estado evaluando unos conocimientos que no se imparten en la escuela española. Hay una tremenda distancia entre lo que PISA evalúa y lo que nosotros evaluamos. Descollar en lectura, hoy, significa saber leer textos de temas, estructura, propósito y ámbitos diferentes; y, además, hacerlo con espíritu crítico, sabiendo formular hipótesis sobre la intención del autor, reflexionar sobre su forma y su contenido, y calibrar su calidad y su fiabilidad. Esto requiere una técnica bien planificada a lo largo de todo el sistema educativo. Lamentablemente, las administraciones educativas no han sido conscientes de esto; y, ni los planes de formación del profesorado, ni las pruebas de acceso a la docencia han incidido en esta materia.

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En conclusión, la comprensión lectora es básica en cualquier sistema educativo porque es la piedra angular de la enseñanza, base del éxito del alumno. Su aprendizaje ha de planificarse en las diferentes etapas, de acuerdo con las investigaciones tan avanzadas que tenemos en esta materia. La prueba PISA no mide los contenidos curriculares de ningún país sino la capacidad de aplicar los conocimientos teóricos a la vida práctica, por ello hemos de impartir una enseñanza por competencias, que es lo que está haciendo PISA, aunque, como dice Guadalupe Jover, profesora de Lengua, contenidos y competencias no son excluyentes: «No hay competencia sin contenidos». Según el famoso pedagogo argentino Juan Carlos Tedesco, por debajo de cierto nivel de pobreza es imposible que los alumnos puedan culturizarse; y, una vez superada la pobreza infantil, los alumnos serán alfabetizados adecuadamente (la comprensión y expresión de textos es esencial), para participar en las sociedades desarrolladas del siglo XXI.

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