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Esta columna quiero dedicarla a la memoria de un hombre bueno, Eduardo Caracuel, caballero andante de nuestro tiempo, que el pasado domingo nos dejó demasiado pronto. Su acogida, su charla amable, su respeto a todos, su buen carácter y su proximidad, lo hacían ser especial. ... Con Eduardo se podía hablar de todo, incluso de política, en estos tiempos extraños, y su respeto siempre a la disidencia era sagrado. Todo mi afecto para él y su familia.
Pues bien, otro caballero, Don Quijote, en su diálogo permanente con su fiel escudero, solía hablarle, de virtudes, pero también de su oposición a determinados vicios. Uno de ellos, de gran actualidad hoy, es la difamación, lo que hoy llamamos bulos o fake news, que están emponzoñando la vida pública, a nivel nacional, europeo y mundial.
Cuando Sancho informa a su amo de lo que el pueblo opina sobre él: loco, pero gracioso; valiente, pero desgraciado; cortés pero impertinente…; don Quijote contesta: «Mira, Sancho, donde quiera que está la virtud en eminente grado, es perseguida. Pocos o ninguno de los famosos varones que pasaron dejó de ser calumniado. Julio César… fue notado de ambicioso y no limpio. Alejandro… de borracho. De Hércules… que fue lascivo y muelle… Así que, ¡oh Sancho!, entre las tantas calumnias de buenos, bien pueden pasar las mías, como no sean más de las que has dicho» (cap. II-II).
Como nuestro protagonista sabe a qué obedecen las descalificaciones y murmuraciones de los otros, normalmente a la envidia y al odio, le aconseja a Sancho, en el capítulo II-LV: «No te enojes, Sancho, ni recibas pesadumbre de lo que oyeres: ve tú con segura conciencia, y digan lo que dijeren... Si el gobernador sale rico de su gobierno, dicen dél que ha sido un ladrón, y si sale pobre, que ha sido un parapoco y un mentecato».
Hoy, cuando resulta muy difícil vencer en las urnas a un candidato, se recurre al desprestigio, a la calumnia, a los juzgados o al ataque personal, donde se le tilda de lo más abyecto que imaginarse pueda, no solo a él, sino a su familia y a sus allegados. Por eso, la UE ha aprobado una ley de libertad de medios de comunicación (EMFA) que pretende mejorar la transparencia y la independencia editorial de las empresas mediáticas, que obligará a partir de 2025, a todos los Estados miembros. Entre otras cosas se pretende conocer quiénes son los propietarios de los medios de comunicación y la publicidad institucional que reciben. En esta línea va el plan de regeneración que está elaborando del Gobierno español, para incorporar a nuestra legislación las medidas acordadas en Europa.
Tanto valora don Quijote la buena fama de los demás, que, según afirma Sancho en el cap. II-XX, antes de salir juntos caballero y escudero para hacer justicia a los desamparados, acordaron que éste podría ejercer la libertad de expresión, siempre que no atentase contra el buen nombre y la dignidad de las personas: «Si vuestra merced tuviera buena memoria, debiérase acordar de los capítulos de nuestro concierto antes que esta última vez saliésemos de casa: uno de ellos fue que me había de dejar hablar todo aquello que quisiere, con que no fuese contra el prójimo…».
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