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El pasado 27 de enero, nuestros Reyes, junto a otros muchos mandatarios mundiales, asistieron al 80 aniversario del campo de concentración y exterminio Auschwitz-Birkenau (1940-1945), donde fueron asesinadas 1,1millones de personas. Naciones Unidas ha establecido que el 27 de enero de cada ... año sea designado 'Día Internacional de la Conmemoración Anual en Memoria de las Víctimas del Holocausto'. Asistieron, también, algunos supervivientes, algunos de los cuales contaron terribles historias. Hitler, que pretendía crear una nación y un hombre nuevos, despreciando a otros ciudadanos y a otros pueblos, acabó generando un genocidio. En «Mi lucha», decía: «El nacionalsocialismo es más que una religión: es la voluntad de creación del nuevo hombre». Para él la compasión era «debilidad, cobardía y autoengaño… En la vida solo puede afirmarse el fuerte; la naturaleza no tiene compasión con los débiles, estos tienen que perecer. Si las ideas pacifistas y humanitarias llegaran a triunfar, sería la degeneración. Una humanidad compasiva se condenaría a sí misma al ocaso». El nacionalismo, unido a la violencia y a la carencia de compasión, conduce a la guerra, a la destrucción y a la muerte.
Un elemento fundamental en toda dictadura es la 'obediencia debida' a la que se refería Adolf Eichmann para justificar sus crímenes ante el tribunal que lo juzgaba: «Toda mi vida he sido educado para la obediencia» afirmaba. Según Hanna Arendt, bastaba que las ejecuciones se realizaran mediante un procedimiento rutinario y burocrático, que las órdenes viniesen dadas con claridad por los jefes, y que los aniquilados fuesen deshumanizados, para que los ejecutores actuaran sin reservas morales. A esto lo llamó 'banalización del mal'.
Primo Levi, judío superviviente, en Auschwitz, en su obra 'Si esto es un hombre', se asombra, también, de que los verdugos eran gente normal. ¿Qué ocurrió? Que un pueblo, aparentemente culto, fue abducido por un histrión criminal que lo llevó a la tragedia. Primo se suicidó en 1987, incapaz de superar lo sufrido, tras profetizar «un retorno de la barbarie nazi o de cualquier otra barbarie… Por eso, las víctimas del terror no pueden blanquear su memoria».
Se equivocan peligrosamente los que intentan ocultar los crímenes y la barbarie de la dictadura franquista, error en el que los alemanes nunca cayeron, y, más aún, los que intentan lavar y ensalzar dicha dictadura. El dictador nunca permitió el ejercicio de los derechos humanos ni de la libertad. Tras la Guerra, cualquier persona opuesta al Régimen, era encarcelada, maltratada o eliminada (en torno a 50.000). ¡Cuánto sufrimiento generó la dictadura española y cuántas familias rompió y destruyó por tener ideas democráticas! Hoy, cualquier demócrata, de derechas o de izquierdas, debería abominar de la dictadura, y poner coto a cuantos la ensalzan y banalizan.
Como temía Primo Levis, la historia pronto se olvida: los israelíes, víctimas del holocausto, cometen un genocidio en Gaza con los palestinos; Putin invade Ucrania; y, en Estados Unidos, ha triunfado Trump, autoritario, nacionalista, deshumanizador del enemigo interior (los inmigrantes, antes fueron los judíos) y del exterior (las demás potencias que abusan de EEUU; antes fue el desigual reparto de la Primera Guerra Mundial), y, basándose en tales enemigos, se ha lanzado a una guerra expansionista, comercial y cultural (fundamentada en valores neofascistas), para hacer, también, un país nuevo, y un ciudadano orgulloso. ¡Que Dios nos ampare!
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