El mundo funciona porque hay más buenos que malos. Los primeros, trabajan por un mundo más fraterno. Dos de los buenos se nos han ido recientemente. Pilar Garrido, gran esposa, madre y abuela, y excelente persona, nunca vivió para sí, sino para los suyos. Por ... su buen carácter; por su capacidad de acogida; por gozar siendo útil; por no mirar su esfuerzo, su comodidad personal, ni la enfermedad que le aquejaba, cuando podía hacer felices a otros…; su ausencia deja un gran vacío, pero su ejemplo engrandece y mejora a los suyos, y a cuantos la conocimos.

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Otro de los buenos fue Mayor Zaragoza, cuya muerte deja en la sociedad española una enorme tristeza. Hemos perdido a una de las personalidades españolas de mayor proyección internacional del siglo XX. Nacido en Tortosa (Tarragona), fue científico (Doctor en Farmacia, Rector de la Universidad de Granada, Vicepresidente del CSIC, y cofundador del Centro de Biología Molecular); político (Ministro de Educación con Suárez, Diputado Nacional por UCD, y Diputado en el Parlamento Europeo por el CDS), y defensor acérrimo de la paz y la cultura (Director General de la UNESCO, durante 12 años, y Presidente de la Fundación Cultura de Paz).

Defendió con ahínco durante su largo mandato en la Unesco y hasta su muerte los derechos humanos, sobre todo de inmigrantes, refugiados y débiles. Sus grandes enemigos fueron el racismo, la xenofobia, la islamofobia, el patriarcado, el colonialismo, el supremacismo blanco… Por eso, defendió tanto la cultura, el trabajo, la escuela, la universidad, la familia, la política, y se enfrentó a los excluyentes, y a los que expanden o practican el odio.

Se opuso al poder omnímodo del G-7 y del G-20, «porque siempre son los mismos que lo controlan todo»; defendió que el cambio climático es real, «el Ártico se nos funde»; y afirmaba que mientras miles de personas tienen que emigrar por el hambre, y muchas mueren por el camino, casi nadie se apiada de ellos, sino que continúa la carrera de armamentos, para provocar guerras tan crueles como la de Gaza, donde mueren miles de niños, mujeres y ancianos, sin que nadie grite los horrores de esa masacre. «Vivimos, afirmaba, en el peor momento de la historia, el más desesperanzador. Está en juego la habitabilidad del planeta. El mundo está en una cultura de guerra, y hay que cambiarla por una cultura de paz».

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En 2007, en IDEAL, mi admirado Miguel J. Carrascosa, Presidente del Centro Unesco Andalucía, hacía una semblanza suya, y terminaba diciendo: «En Federico Mayor se ha fundido, de modo prodigioso, el científico, el investigador, el político y el hombre comprometido con el hombre, esto es, con los más débiles, ignorantes y olvidados de la tierra… Este es Federico Mayor, el prójimo comprometido con su prójimo, el alter ego de los que carecen de voz, de pan y de futuro, que son una inmensa mayoría… ¡Que cunda tu ejemplo!».

Mayor Zaragoza ha sido un dignatario mundial comprometido, cargado de dignidad y humanismo, enemigo de la polarización política existente en España, Europa y el Mundo. Su maestro les hacía leer una frase de Camus: «Los desprecio porque pudiendo tanto se han atrevido a tan poco». Pero él nunca se dio por vencido. Su despacho estaba presidido por una frase: «Lo hicieron, porque no sabían que era imposible».

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