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Judas

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Ad Líbitum ·

El mal uso que hace de su libertad le lleva al final a arrepentirse: abandona y traiciona a la misma Verdad y Libertad

Javier Pereda Pereda

Viernes, 8 de abril 2022, 00:16

Uno de los personajes más emblemáticos de la Pasión del Señor es Judas Iscariote. Como el resto de los once apóstoles –pese a sus innegables defectos– responde con entusiasmo a la sublime llamada del Maestro. Sin embargo, el mal uso que hace de su libertad ... le lleva al final a arrepentirse: abandona y traiciona a la misma Verdad y Libertad. Su comportamiento nos previene para escarmentar en cabeza ajena, porque sería atrevido considerarnos mejores que aquellos primeros doce. Algunos pretenden quitar importancia a la deslealtad de Judas, argumentando que así 'estaba decretado' dentro del plan divino de salvación. Si bien, esto no entra en contradicción con la responsabilidad personal ante las decisiones voluntarias. De ahí la coincidencia de los evangelistas, con diferentes matices, en el anuncio de «uno de vosotros me va a entregar»; para acto seguido advertir: «pero ¡ay de aquel hombre por quien es entregado!». El cambio de actitud de Judas no se gestó de la noche a la mañana; más bien, la defección se fue fraguando y tuvo su detonante en casa de Simón el leproso. Allí, en Betania, en un acto de amor y agradecimiento de María Magdalena, después del «vete y no peques más», derrama en la cabeza de Jesús todo el perfume de nardo que llevaba en un frasco de alabastro, cuyo valor suponía trescientos denarios; el equivalente al salario anual de un trabajador de aquella época. Este gesto no pasó desapercibido a Jesús que, corrigiendo a quienes criticaban el dispendio por no haber destinado a los pobres ese dinero, ensalzaba aquella mujer que sería recordada en todo el mundo.

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