Jürgen y Matías
La movilidad y los confinamientos perimetrales, esas palabras tan preciosas que nunca encontrarás en El Quijote, ofrecen también oportunidades para quien sepa verlas
Manuel Pedreira
Granada
Sábado, 27 de marzo 2021, 00:34
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Manuel Pedreira
Granada
Sábado, 27 de marzo 2021, 00:34
Y entonces pasan cosas que cuesta mucho entender. Jürgen tiene 59 años, se acaba de jubilar en la Siemens, vive en Amberg, al norte de Munich, es hincha del Bayern y está frito por ver a Oliver, su primer nieto, que vive en Bremen, al ... norte, en la otra punta de Alemania. Matías tiene 62 años, empezó de maestro el año del golpe de Tejero y se acaba de jubilar. Vive en Guadix, es más del Granada que el escudo y solo piensa en empujar el carrito de su nieta Sofía, que vive en Almería con sus padres y a la que no ve desde hace meses.
La pandemia tiene razones que la razón no entiende, que diría el consejero Aguirre, pero hete aquí que en ese barullo regulatorio que ha deparado la crisis sanitaria es posible encontrar soluciones para todo y oportunidades insospechadas. Solo hay que ponerle a la cosa la dosis suficiente de imaginación y audacia. Y saber rascar la superficie, y manejar el cedazo con paciencia y determinación, que la pepita de oro está ahí en el río, esperando a ser encontrada.
Matías no puede viajar a Almería a pasear a Sofía pero sí puede volar hasta Bremen a pelotear con Oliver, el nieto de Jürgen, que a su vez tiene la opción de enseñar a decir papá, mamá y caca en alemán a la pequeña accitana por el paseo marítimo almeriense. No es ningún enredo lo que propongo, solo es cuestión de organizarse y ponerle voluntad a las cosas. Que lo queremos todo mascado, pardiez.
La movilidad y los confinamientos perimetrales, esas palabras tan preciosas que nunca encontrarás en El Quijote, ofrecen también oportunidades para quien sepa verlas. La actitud lo es todo. La pandemia se acabará el día menos pensado y las aguas volverán a su cauce, pero mientras, ¿puede haber algo más enriquecedor para un señor de Guadix que conocer Bremen y hacerlo además sosteniendo la mano de un alemanito rubio como las candelas, un Toni Kross en miniatura? Y ese Jürgen, tostándose al sol en el Zapillo, poniéndose hasta arriba de chérigan por los bares aledaños y empapándose de las cuitas locales, que si el Corredor Mediterráneo cuaja o no cuaja, que si el Almería sube a Primera o no sube...
Hay gente que tiene un problema para cada solución, pero las restricciones que padecemos desde hace un año ofrecen rendijas por las que colarse, grietas detrás de las cuales nos aguardan horizontes inesperados (esto no sé si dejarlo, suena rimbombante y falso). Jürgen y Matías, abrid vuestras mentes, mirad más allá, sed valientes. Y haceos unas cuantas peceerres antes de volver.
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