De Andaluces a Colón
Los espacios verdes de Constitución nos ofrecen una agradable percepción y nos llevan a deleitarnos en esa vía que ha facilitado la entrada y salida de la ciudad
Lázaro Carrillo Guerrero
Domingo, 27 de octubre 2024, 22:50
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Lázaro Carrillo Guerrero
Domingo, 27 de octubre 2024, 22:50
Los tres, abrazados, se sienten fortalecidos entre sí. La hija, levantando la mirada hacia sus padres. Y ellos, cada uno, con miradas cruzadas hacia sus raíces; las que tienen que dejar. El diálogo, las palabras, va por dentro. Lo puesto y esa maleta, aún no ... perciben su suerte. Es la escena de homenaje a los emigrantes. Sus experiencias se han adherido a esta avenida Andaluces.
Sus espacios verdes nos ofrecen una agradable percepción en el ir y venir. Pero, además, nos llevan a deleitarnos en esa vía, la que desde los Reyes Católicos ha facilitado la entrada y salida de la ciudad. La avenida de la Constitución, pletórica de naturaleza, donde no se ausenta el fluir del agua. En su recorrido hacia la ciudad sorprende el paisaje hacia el fondo. Las dos colinas, la del Albaicín y la de la Alhambra, superpuestas, las estribaciones de Sierra Nevada, y la arquitectura del Albaicín sobre la de la Gran Vía. Siempre me impresiona esta panorámica, en la que progresivamente me voy adentrando, con colores y tonalidades diferentes según la hora y el mes que corra. Es la confirmación de estar por un lugar y en unos sucesivos tiempos, con encanto.
Este encanto te deleita aún más con la gente que te vas encontrando, la que camina, la que permanece, la que está sentada pasando el rato. Frascuelo permanece y camina, viniendo de su Monumental, en su emocionante paseíllo con traje de luces, montera y gallardía. Me alienta sentarme junto a su paso, como me surge admiración al acercarme detenidamente a Eugenia de Montijo y su banco compartido por la gente. Mujer bella, sensible, comprometida, 'granaína' y emperatriz de Francia y de los franceses.
Más adelante, tres sillas de anea y de flamenco para sentarse 'como en casa' junto a María 'la Canastera'. Bailaora, cantaora, que con su porte y de pie mira hacia su escenario, su zambra, para envolvernos en la genialidad de su espectáculo. En contraste, en una actitud de vida interior, leyendo cómodamente en su banco, y dejando espacio para los demás, Pedro Antonio de Alarcón, escritor, periodista y político, nos trae a la memoria su popular novela de costumbres 'El sombrero de tres picos'. Obra literaria de la que Manuel de Falla extrae su carismática obra lírica y ballet del mismo nombre. Estrenada en el Alhambra Theatre de Londres con decorados de Picasso. Falla, compositor universal, amante del flamenco y cante jondo como Lorca, me transmite una expresión conmovedora, a la altura de su música, llana y franca.
En esta experiencia de la percepción, San Juan de la Cruz nos ofrece el misticismo de la unión con Dios a través de la llama, la de su poesía 'Llama de amor viva' y la del sentimiento de fe, también en muchísimas personas. Esta unión del patrono de los poetas está acompañada, frente a él y más allá, por la cruz blanca a su izquierda y a su derecha, en el Triunfo, por las figuras humanas de Fray Leopoldo de Alpandeire y San Juan de Dios, más la exaltación de la Inmaculada Concepción.
En la naturaleza poética, la imagen de expresión de movimiento y afecto que nos ofrece Manuel Benítez Carrasco, poeta, rapsoda, es cálida tal como su poesía. Su estilo, su neopopularismo, sus recitaciones parecen sentirse frente a él o al lado en su banco. La gran cualidad de los bancos es la de compartir. Y, bien erguido, la cabeza bien alta y con elegancia, sentado en medio del banco para ser acompañado a ambos lados, Federico García Lorca nos ofrece ese aire de poeta, dramaturgo y artista universal. Esta presencia, su propia historia junto con sus obras, despliegan vida frente y junto a él; es su influencia. Además, en toda esta naturaleza creativa, la poesía es también del alma. Así, estando acompañada de su bolso y de sus poemas, Elena Martín Vivaldi transmite, en su banco y alrededor, un ambiente de interiorización, libertad y naturaleza. Su sensibilidad te llega en su expresión.
El espacio urbano genera convivencia y conexión. Y en estas, el Gran Capitán, su relevante efigie nos da presencia a lo que se es actualmente a través del devenir de los tiempos. Político y militar, que junto con una respetuosa amistad recíproca con Boabdil (su preso) interviene diplomáticamente en la entrega de Granada. Su gran busto, significativamente no solo tiene detrás el homenaje de esa enorme bandera a la Constitución, sino que además da recorrido, por la patrimonial Gran Vía, hasta Isabel la Católica y Cristóbal Colón en un encuentro trascendental. Desde aquí, todo son caminos, hacia Washington Irving, Yehudá ibn Tibón, Mariana Pineda…
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