Litoral, cimera voz creativa
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El proyecto de editar en aquellos años una revista literaria de vanguardia era difícil.Soy un devoto lector, y coleccionista, de la revista Litoral. Lo hago desde hace años cada vez que aparece, con litúrgica actitud, que en mis adentros enaltezco al considerar que ahora más que nunca editar y disfrutar este tipo de publicaciones, con esos cuidados y ... deslumbrantes contenido y continente y tan heroica herencia, es algo prácticamente inaudito. Cuando la recibo me siento felizmente agraciado y como en una especie de comunión con unas Españas de la luz, posicionadas frente a las sombras. La revista fue fundada en 1926 en Málaga por Emilio Prados y Manuel Altolaguirre y con la colaboración de una chispeante pléyade de escritores, artistas y tipógrafos. El proyecto de editar en aquellos años una revista literaria de vanguardia era difícil (siempre lo ha sido) pero fraguó contando con los más valiosos creadores de la que iba a ser la nueva Cultura española. El primer número de Litoral aparecía en otoño de aquel año con esa cubierta de color azul Mediterráneo, que ya desde aquel entonces tenía vocación de timón, y que Alberti saludó con entusiasmo. Hay una carta de Prados al pintor jienense-granadino Manuel Ángeles Ortiz en la que le informaba del propósito de hacer una revista que evocara al mar y con esas directrices le solicitaba un dibujo para la portada. El resultado fue un pez saliendo del agua, símbolo que ha permanecido inalterable hasta nuestros días. En el sumario de aquel primer número estaban Federico García Lorca, José Bergamín, Jorge Guillén, Gerardo Diego, entre otros. Allí se empieza a configurar la Generación del 27. La poesía es lo único que nos salva -pregonaba Emilio Prados- y con ese fervor de olas que irrumpen salpicándonos la mirada aparece al mes siguiente el número 2 de Litoral, con una sirena del pintor Benjamín Palencia en portada. Colaboran en ese ejemplar Luis Cernuda y Ramón Gómez de la Serna. La revista dejaría de publicarse durante todo 1928 y parte de 1929; hasta que, bajo la iniciativa del poeta José María Hinojosa, que se incorpora a la dirección junto a sus creadores, vuelve a ver la luz. En esta, su segunda etapa, la revista mira de cara al surrealismo. En 1936, José María Hinojosa es fusilado y tres años más tarde Emilio Prados sale exiliado con destino a México. En 1944, en México, Prados que había llegado allí exiliado, junto a Altolaguirre, que había llegado de Cuba un año antes y José Moreno Villa, Juan Rejano y Francisco Giner de los Ríos, deciden resucitar Litoral. Son tres números donde nos encontramos con todas las voces del transtierro, entre las que se encontraban las de Juan Ramón Jiménez, Max Aub, Manuel Andújar y León Felipe. En mayo de 1968, de la mano de José María Amado vuelve a aparecer Litoral y ya, y hasta ahora, en Málaga. Ya no estaban ni Prados ni Altolaguirre, éste último había muerto en 1959, pero están sus amigos, como el editor Ángel Caffarena, el mecenas de artistas Jesús Ussía y los miembros supervivientes de aquella generación, Alberti, Bergamín, Aleixandre, Guillén, Giner de los Ríos..., y queda aquella imprenta, y algunos de los primeros tipógrafos de Litoral.
En esos años se hicieron homenajes a Alberti, Lorca, Picasso, Prados, Altolaguirre y Machado. Desde Madrid Bergamín y Aleixandre aportarán importantes colaboraciones y, volvía a dibujar Manuel Ángeles Ortiz, cuarenta años después de haber realizado la primera portada. Alberti alaba la voluntad de la revista. La revista además se abre a las nuevas generaciones, tanto de dibujantes como de poetas. Escriben unos jovencísimos Antonio Gala, Félix Azúa, José Agustín Goytisolo, José Manuel Caballero Bonald, Fernando Quiñones, Félix Grande, Carlos Sahagún, José Ángel Valente, Vicente Molina Foix, Juan Cruz, Ana María Moix, etc. Litoral era un significativo soplo de aire fresco en la creación de postguerra. A Gabriel Celaya y Blas de Otero, se van sumando Claudio Rodríguez, Ángel González y Jaime Gil de Biedma. Picasso colabora con la revista. Bergamín y Alberti le dan fuste literario. En 1975 se incorpora a la dirección junto a José María Amado, Lorenzo Saval, pintor, poeta, sobrino nieto de Prados y yerno de Amado, que desde entonces la dirige y ha impulsado excelentes números dedicados a escritores como Dionisio Ridruejo, León Felipe, Miguel Hernández, María Zambrano o Pedro Garfias junto con las ilustraciones de artistas de latido cenital. La revista Litoral es un lujo en un país tan agreste. Ahora disfruto del último número que se centra en «el automóvil poesía y arte sobre ruedas». Una publicación, surgida en la periferia, en nuestro sur, algo que se sale de las faltriqueras de los centralismos y que ha sido y es un altavoz de lujo de esa cultura española cimera y plural.
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