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La liturgia militar

Andrés García Lorca

Catedrático de Universidad en el Área de Análisis Geográfico y Regional

Sábado, 22 de marzo 2025, 23:14

El pasado jueves asistía en Sevilla a la toma del mando, como jefe del Sector de Tráfico de Andalucía de la Guardia Civil, del coronel Pedro Herrera; un almeriense auténtico y un ejemplar Guardia Civil. Fue un acto solemne, muy emotivo, totalmente incardinado en la liturgia de los ejércitos de España y que me hizo reflexionar sobre nuestra realidad.

La liturgia, como es sabido, es el orden y la forma con que se desarrollan los actos solemnes, en este caso los militares. Es un procedimiento o protocolo en el que se expresan los símbolos, valores y actitudes de la institución que lo aplica; es por ello muy interesante seguirlo con atención para entender a la institución que los representa y expresa, en este caso la Guardia Civil dado su carácter militar y su incardinación en el Ejército . Todo tiene un sentido, desde hacer valer el esquema de la cadena de mando, expresar y reconocer la idea de Patria, en el símbolo que constituye la bandera nacional, signo indisoluble de la Nación española, así como los fundamentos y valores que justifican y definen la función del Ejército. De otra parte, tanto las aclamaciones como los vítores buscan expresar las fidelidades a España, la Monarquía y la Institución en la que se adscriben, a la vez que siempre se expresa el respeto y el recuerdo a los que dieron su vida por la patria desde una perspectiva de la fe cristiana, lo que está en absoluta coherencia con el pasado y presente de una institución que se ha forjado en el valor de la trascendencia y en la lucha por la defensa de los valores que representa el cristianismo.

Resulta singularmente curioso que, aunque el documento que reconoce el empleo que da origen al nombramiento y empleo, venga firmado por el ministro o subsecretario pues siempre y a continuación de su lectura, el mando que preside invoca al Rey como autor de la orden que da carta de naturaleza a la obediencia y reconocimiento por todos del nuevo mando.

La consecuencia sintética de lo que expresa la liturgia militar es que el Ejército, como institución del Estado español, asume su origen y tradición histórica basándose en los valores morales que definen la tradición cristiana. Reconoce y legitima la unidad de España y su expresión simbólica en la bandera nacional. Asume y proclama la monarquía constitucional, en la persona del Rey, como la más alta institución del Estado, reconociendo y afirmando su lealtad y respeto. Expresa formalmente su compromiso de lealtad y obligado cumplimiento, con la norma suprema que rige el ordenamiento jurídico del Estado, la Constitución Española.

Esta realidad contrasta con otras realidades institucionales de nuestro Estado, como es el Gobierno de España o el Congreso de los Diputados, entre cuyos miembros hay individuos, con altas responsabilidades, que ni saben ni entiende conceptos básicos de patria, nación, estado, lealtad, honradez , decencia, obligaciones y tradiciones, que de conocerlos y asumirlos, les permitan orientar sus actuaciones en beneficio de los intereses generales de la Nación, como patria común de todos los españoles y no ser unos mercenarios al servicio de los más abyectos intereses personales y políticos.

En esta semana, la imagen de satisfacción incontenida por Mirian Nogueras, vicaria del traidor y prófugo de la justicia Carlos Puigdemont, al anunciar la enésima concesión del felón de Sánchez y su gesto contra la bandera de España, no cabe entenderla como un triunfo y humillación a los españoles, sino un reconocimiento de la deslealtad y golfería de una persona que vive a costa de los ciudadanos españoles y que instituciones del Estado, como las Cortes Generales o el Gobierno de España, posibilitan el ejercicio de su felonía.

Al final me viene a la memoria el cantar del Mio Cid en la que el pueblo manifiesta su admiración por el héroe exclamando «¡Dios qué buen vasallo!» y que hoy expresa la realidad de ese fiel colectivo como es el Ejército de España.

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