Desde hace ya cierto tiempo va calando en el estado de ánimo de bastantes ciudadanos una cierta sensación de agotamiento debido al ruido mediático y a la omnipresente participación de los políticos en la vida cotidiana. O visto de otra manera, cualquier suceso cotidiano de ... distinto orden, de forma automática se traduce en una posición de un determinado partido o bloque y en la contraria por los partidos del signo contrario.
Todo lo que hacen los partidos diariamente, así como las agendas de todas las administraciones públicas, nacional, autonómica y local, son seguidas al detalle por todos y cada uno de los medios de comunicación tanto audiovisuales como escritos, adquiriendo gran protagonismo los que se desarrollan a través de internet, así como las distintas redes sociales son usadas por partidos, periodistas, creadores de opinión, seguidores y hooligans, como una suerte de foro permanente e infinito donde se suceden y se confunden noticias con opiniones, exabruptos e insultos.
En el año 1978 votamos nuestra Constitución, esa que ha permitido el periodo de mayor desarrollo económico y de estabilidad social que ha tenido España en toda su historia.
Desde esa fecha icónica para la generación a la que nos tocó vivir el tardofranquismo y la llegada de la transición, hasta hoy, hemos asistido a una evolución en nuestro modelo de sociedad que está teniendo en estos último años un devenir extraño, insólito y creo que premeditado. El ruido, cansancio y agotamiento que se está instalando en parte de la sociedad en estos últimos años, no debe ser fruto de la casualidad. A alguien debe interesarle y es preocupante.
Parte de la sociedad pone en entredicho desde el modelo de Estado y nación, hasta conceptos dados por básicos desde hace mucho tiempo: la propiedad privada, la libertad de prensa, el contenido de algunas figuras delictivas del código penal...
Desde los años 80 hasta el 2000 hubo una explosión social caracterizada yo diría que por el buen ambiente. Estábamos creando una democracia, un país nuevo, dejábamos de estar aislados pasando a sentirnos plenamente europeos, los rencores de épocas pasadas se situaron en segundo plano y algunos directamente los olvidaron. Claro que hubo crisis como en todas las épocas, pero más económicas que de modelo de sociedad. Nadie quería poner en cuestión el modelo de Estado y el modelo de relación social que nos habíamos dado. Y los que lo querían, eran pocos e identificados con procesos violentos, no legítimos.
Pero ese mundo idílico en lo social y temerario en lo económico (crecimiento desmedido basado en deuda) chocó de manera frontal con la realidad que se puso de manifiesto entre los años 2007 y 2011: crisis de las hipotecas en EE UU, y aterrizaje de dicha crisis en España. Nuestros acreedores últimos y nuestros responsables económicos (eran los mismos, Europa), nos pusieron unas obligaciones y condiciones que, si bien no nos llevaron a donde llevaron a los griegos, sí mostraron una realidad que hasta entonces no habíamos querido ver: éramos mucho más pobres de lo que creíamos, nuestras empresas estaban poco capitalizadas y basaban su crecimiento en el endeudamiento y las administraciones públicas estaban instaladas en el incremento del gasto sin correlación con los ingresos ciertos, es decir, en el déficit y la deuda acumulada y creciente. Gran parte de lo que teníamos no era nuestro, lo debíamos.
Ese fue el escenario para que un movimiento que erróneamente consideramos espontáneo, transversal, ilusionante y democrático en la base, se fuera haciendo poco a poco con el nuevo guion de nuestro modelo de relaciones. El famoso movimiento 15M que, pasados ya más de 10 años, habiendo conocido suficientemente cómo se generó y sabiendo en qué cristaliza, lo sitúo directamente como el principal causante de esa nueva forma de entender las relaciones en nuestra sociedad. No es el único, obviamente, pero si el principal. Para que haya cristalizado como lo ha hecho, ha ayudado sobremanera el comportamiento de cientos de responsables políticos de los partidos tradicionales, a través de una corrupción desbordada.
Pero es que además, estos partidos, siendo más grandes e históricos, se han comportado (todos) como unas auténticas marionetas que se han movido según el hilo de los responsables de dicho movimiento. Y ahora, aunque parezca que los nacidos alrededor del 15M están de capa caída, en mi opinión no es cierto, porque su modelo es el que se ha implantado en nuestras relaciones. Donde había ilusión, esperanza y ganas de trabajar por el futuro, y donde había olvido o superación de momentos pasados, se ha instalado desilusión, dudas, incertidumbre y en cualquier caso, una importante dosis de odio y enfrentamiento.
Hoy parte de la sociedad pone en entredicho desde el modelo de Estado y nación, hasta conceptos dados por básicos desde hace mucho tiempo: la propiedad privada, la libertad de prensa, el contenido de algunas figuras delictivas del código penal y un largo etcétera.
Y todo ello a través de un ensordecedor ruido que propicia que poco a poco las personas se vayan agotando y solo deseen un poco de paz y tranquilidad. El objetivo final es desincentivar la participación ciudadana de forma que ellos, los políticos, unos más que otros, puedan hacer y deshacer sin que haya una contestación social como la que hubiera habido en los años 80 del siglo XX donde las ganas de participar en lo público por parte de los ciudadanos era enorme.
Yo no me resisto, que cada cual tenga su opción, pero no debemos dejar nuestro futuro y el de los nuestros en manos de terceros sin control ninguno.
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