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Luna de azafrán

Luna de azafrán

Los olivos suicidas ·

Estaba pendiente del cerro San Cristóbal, por donde ella, como cada verano, tenía que aparecer

Ernesto Medina Rincón

Jaén

Jueves, 15 de julio 2021, 00:00

Había apagado las luces de la terraza. Estaba pendiente del cerro San Cristóbal, por donde ella, como cada verano, tenía que aparecer. Durante los quince minutos que pasaron desde que empezó a mostrar su resplandor hasta que su sonrisa fue visible, repasé el saludo pleno ... de amor que le había preparado. Que no sirvió. Porque empecé por reprocharle su tardanza. Fue condescendiente. «Me satisface tu impaciencia. Señal de que te alegras de verme». Intenté arreglarlo diciéndole que la veía más delgada. «Zalamero. Eso es imposible. Llevo en el mismo peso una eternidad». Le elogié el color de su vestido, muy de moda. «Gracias. El naranja creo que me queda bien. Para el blanco jazmín siempre hay tiempo». Estuve de acuerdo. Ni la lorquiana luna de estaño ni tampoco la luna de plata que cantaba Mecano. Yo la prefería de mejillas de azafrán. Acicalada sólo para mí. Prorrumpí: veía a la Niña Mía más guapa, que la había echado tanto de menos que estaba nervioso como un adolescente. «Lo sé, tonto. Yo también estaba deseando que llegará el momento». Le expliqué que había torpeado por la frustración de que fuera una Cenicienta celeste de conjuro hebdomadario. Ojalá no se rompiere el hechizo al cambiar de fase. «Aprovechémosla. Y nos queda otra semana en agosto. No perdamos el tiempo en quejas». Nos pusimos al día de lo público. También de lo privado.

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