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Madre (100%)

Madre (100%)

Ad Libitum ·

Bajo la excusa de «romper los estereotipos patriarcales que someten a la mujer a su vertiente de madre, y para evitar la presión social desde pequeñas», ejercen este totalitario fundamentalismo de género

Jueves, 9 de mayo 2019

La campaña publicitaria '100% Madre' de El Corte Inglés, un homenaje a más de la mitad de la población en el Día de la Madre, ha sido atacada por los nauseabundos liberticidas de la ideología de género. En esa publicidad muchas personas ven reflejadas con ... orgullo a sus madres, a sus esposas y a sus hijas que desarrollan un trabajo admirable en el seno familiar y lo concilian con el trabajo profesional fuera del hogar; sin ese derroche de amor que desbordan a raudales sería casi imposible la existencia de una familia (un hombre y una mujer con sus hijos). Se dice medio en broma, pero con mucha razón, que las mujeres son capaces de compaginar varios trabajos a la vez, a diferencia de los hombres. Esta desigualdad natural entre la masculinidad y la feminidad, es compatible con la complementariedad entre sexos, como la misma naturaleza invita. Al ser distintos las mujeres tienen unas cualidades naturales propias, como el instinto maternal, la capacidad de entrega generosa y sacrificada, la empatía y la ternura que le lleva a enfocar los asuntos con otra lógica y mentalidad diferente a la del hombre...; por eso su presencia es imprescindible en el ámbito familiar. Pero no para ser sometida, como pretenden los instigadores de la lucha de clases y el odio en el seno de la familia. Esto es lo que ha querido plasmar la original publicidad de estos grandes almacenes al ensalzar de forma elogiosa a las madres -ahí vemos reflejadas a nuestras madres, a las que en justa correspondencia amamos- al referirse al '97% entregadas, 3% egoísmo y 0% quejas', para concluir '100% madres'. Son las mismas que nos dan su misma sangre y nos cuidan en su seno durante nueve meses; las que nos alumbran a la vida con dolor, aunque exista la epidural; las que se desviven cada minuto de nuestra existencia; las que nos alimentan con su leche materna; las que nos dan lo mejor de su cariño y nunca dejan de ser madres (los padres, aunque quisieran, no podrían realizar todas estas labores). Por eso, se reconoce la capacidad privilegiada de entrega a los demás que las madres despliegan, sobre todo a su familia e hijos, sin esperar nada a cambio. Lo hacen libremente por verdadero amor, no por imposición o sumisión, de forma desinteresada; es el amor más puro, menos egoísta. Esto lo desempeñan con espíritu alegre, porque en ese abnegado sacrificio se ven realizadas; y aunque nunca faltan las contrariedades, procuran no quejarse. Esto, que parece lo más elemental y obvio, hay que explicarlo, porque la ideología del género trastoca de tal forma el sentido común de las personas que las envenena hasta llegar a confundir la realidad de la naturaleza humana con la vesania de sus apriorísticos postulados deconstructivistas. Es el marxismo cultural del que es heredero y víctima la sociedad actual, que, como recientemente ha escrito el Papa emérito Benedicto XVI, data de la revolución sexual de Mayo del 68. Esta destructiva ideología de género, a la que casi nadie es capaz de hacerle frente, que irrumpe a nivel mundial con el dogma de la corrección política, es tan agresiva y diabólica que pretende asentarse en las legislaciones mundiales para acometer una auténtica ingeniería social. De ahí la estupidez moral e intelectual del Director General de Comercio y Consumo de la Generalitat, de Compromís (comunistas al servicio del separatismo catalán en la Comunidad valenciana), socio a su vez del PSOE, que ha formulado la denuncia contra este grupo de distribución por «perpetuar los estereotipos retrógrados de género y la visión machista de la madre». Este expediente sancionador, que lleva aparejada una multa de hasta 15.000 euros, está amparado por la Generalitat valenciana en una legislación canallesca, que torticeramente denuncia infringir la igualdad efectiva entre el hombre y la mujer. Bajo la excusa de «romper los estereotipos patriarcales que someten a la mujer a su vertiente de madre, y para evitar la presión social desde pequeñas», ejercen este totalitario fundamentalismo de género. La FACUA, enemigo también de las madres y de la familia, entiende que esta campaña rancia menosprecia a la mujer e infravalora sus posibilidades, cuando es justamente al revés. Este feminismo radical, antinatalista y abortista (ya padecemos sus consecuencias), lo explica con claridad Gabrielle Kuby en su encomiable libro 'La Revolución Sexual Global' (Ed. Didaskalos). Es la destrucción de la libertad en nombre de la libertad.

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