Los más próximos, aquellos que coincidieron con ella en los tiempos difíciles de la lucha antifranquista, siempre la llamaron Manola como muestra de confianza y afecto. Abogada de largo recorrido sempiternamente comprometida con la causa de las libertades, accedió a la judicatura por el cuarto ... turno y ha sido un ejemplo de coherencia personal más allá de que se pueda estar de acuerdo o no con sus afirmaciones y actuaciones. Un día, en 2015, Manuela Carmena accedió a la alcaldía de Madrid con los votos de la izquierda y se convirtió en regidora de la capital de España repartiendo magdalenas y decisiones municipales hasta el final de su mandato en 2019. Ahora, con la experiencia de los años y del oficio, ha declarado al diario El País que el hecho de que el Gobierno no quiera corregir la denominada 'ley del sí es sí' es de una «soberbia infantil». Por esta apreciación le han llovido críticas tremendas que le achacan, cómo no, hacerle el juego a la derecha. Hasta la ministra Belarra se ha referido a ella diciendo que le preocupa muchísimo esta actitud contra la legislación feminista estrella de Podemos en esta legislatura.

Publicidad

Carmena dice algo lleno de lógica y de sentido común: si la ley tiene unos efectos indeseados en forma de excarcelaciones y reducción de penas para algunos delincuentes sexuales, lo que procede es rectificarla y plantearla de nuevo. No hacerlo es una obcecación que no puede achacarse al hecho de «no darle un triunfo a la derecha», como dicen en el ministerio de Igualdad, sino a un empeño absurdo de no cambiar una coma ante la convicción de que todo se ha hecho bien y de que son los jueces («fachas con toga») los que efectúan mal su aplicación. La exalcaldesa de Madrid dice rotunda que los magistrados no son los culpables del goteo de beneficios penitenciarios para los acusados y señala con toda lógica que es una lástima que la modificación del Código Penal se haya abordado «con tan poca inteligencia». Ahí está la clave, esto no va de izquierdas ni de derechas, sino de preparación para ejercer el poder y elaborar leyes o de torpeza infinita y ausencia de capacidad. La ministra Montero y su pandilla de amigas colocadas en los altos cargos de la Administración, carecen, como hemos visto, de la capacitación necesaria para efectuar un cambio legislativo de tanto calado. Han actuado a la ligera sin calibrar las consecuencias, y ahora se lamentan de la chapuza de su ley echando la culpa al empedrado de la justicia. Y no, la única responsabilidad, que es mucha, recae sobre ellas y su insoportable frivolidad a la hora de abordar una modificación legislativa con criterios exclusivos de partido. Tachar de fachas, machistas y retrógrados al colectivo de magistrados donde, por cierto, hay una mayoría de mujeres, es una puerilidad que reconoce su impotencia para ocupar los cargos que les otorgaron a la hora de repartir el poder en el gobierno de coalición.

Estas manifestaciones de Manuela Carmena coinciden con el manifiesto de 254 periodistas, intelectuales y expolíticos, la inmensa mayoría de izquierdas, en el que acusan al Gobierno de Sánchez de «quebrar el proyecto que siempre representó el PSOE comprometido con el cumplimiento de la letra y el espíritu de la Constitución de 1978, expresión genuina del pacto de concordia alcanzado en la transición». Puede que todos los 'abajofirmantes' sean tachados de ultraderechistas irredentos, pero ellos, como Manola Carmena, tienen razón. Más que un santo. Porque la verdad es la verdad, la diga Agamenón o su porquero.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €

Publicidad