Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
La anécdota es vieja como el hilo blanco y la conoce medio mundo pero me van a permitir que se la cuente al otro medio. Cuentan que Rafael el Gallo había viajado de Sevilla a Madrid en tren, en uno de esos expresos que unían ... a las cuatro esquinas de España con la capital demorándose en noches insomnes y lentas como una tortuga coja. Al bajarse en Atocha, el 'Divino calvo' era un trapo. Caminaba ensimismado por el andén cuando, al llegar a la altura de la locomotora, sintió un bufido destemplado de vapor acompañado de un estruendoso pitido. Rafael recuperó la torería de golpe. «Esos cojones, en Despeñaperros».
Me vino a la memoria este lance mientras escuchaba el jueves la declaración del mayor de los Mossos en el juicio del procés. Una declaración prologada por su manso «me llamo José Luis» al iniciar su comparecencia, detalle que no debe despreciarse y que ya mostraba por dónde iban a ir los tiros. Del hombre que dirigió al brazo armado del golpe del 1-O, ni rastro. Del mando que ordenó a sus subordinados una activa pasividad en aquellos días de furia, ni el molde. Del jefe que, según el coronel de la Guardia Civil Pérez de los Cobos hizo todo lo posible para facilitar el referéndum en lugar de evitarlo, ni huella.
Todo esto no lo digo yo. Trapero se sentará en breve en el banquillo de la Audiencia Nacional acusado de sedición. Por no quedar, no le queda ni la barba ni ese porte de cincuentón interesante que lo elevó a los altares catalanes desde su actuación tras el atentado de Las Ramblas. Y escribo 'tras' porque se ciernen muchas sombras sobre el trabajo preventivo en aquella matanza.
Pero volvamos a lo del jueves. José Luis ha pasado de héroe a traidor en el plazo de cinco horas. Ante el Supremo se desmarcó del proyecto separatista, del referéndum, del independentismo y le faltó comparecer ataviado con unos tirantes de la bandera de España y un pin de Vox, algo que no puede descartarse cuando le toque jugarse el pellejo en la Audiencia Nacional. Para entonces ya será Pepe. O será Ozeluí. Lo que sea con tal de salvar el culo. Este baluarte del cumplimiento de la ley tenía un plan para detener a Puigdemont y su gobierno. Desternillante. Fueron jornadas de máxima tensión y puede que en aquel barullo confundiese el operativo para arrestar al presidente de la Generalitat con un dispositivo para facilitar su huida. La cosa es que Trapero (cuánto te quiero) se esforzó en representar ante el Supremo el papel de la cordura y del respeto a la legalidad, y mucho personal le ha comprado la interpretación. Resulta que los cojones los puso en su día encima de la mesa y, fíjate tú, nadie se había dado cuenta.
Me da que José Luis, pieza esencial en la intentona golpista, no es otra cosa que uno de esos toros en apariencia inofensivos, que no paran de escarbar, aquerenciados en las tablas, pero que solo están esperando que el torero se de la vuelta para pegarle un cornalón. ¡Cuidado!
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
El pueblo de Castilla y León que se congela a 7,1 grados bajo cero
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
España vuelve a tener un Mundial de fútbol que será el torneo más global de la historia
Isaac Asenjo y Álex Sánchez
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.