El peligro de las ideologías
Manuel E. Orozco Redondo
Jueves, 22 de agosto 2024, 22:45
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Manuel E. Orozco Redondo
Jueves, 22 de agosto 2024, 22:45
Ganivet, en su crítica al socialismo, se da cuenta del peligro de las ideologías, siendo consciente de que el socialismo se abre camino a la misma rapidez con la que la modernidad arrasa la vida tradicional. El mundo, que se le presenta, no le gusta ... porque nos lleva una sociedad dominada por las ideologías que van a controlar los embaucadores de masas; no se equivocó. Juan Manuel de Prada: «El objetivo de las ideologías es el control social y lo hacen a través miedo, la estigmatización». Las ideologías nos están destruyendo a base eliminar la racionalidad, mientras que, a los pueblos le arrebatan el sentido común, y meten ideas disparatadas, como las que nos han 'deleitado' e impuesto los actuales gobernantes con sus leyes funestas, en la idea de subvertir el Orden Natural o Divino. Ganivet valora especialmente la libertad y no caer bajo las ideologías que, a través de mentiras y de felicidades totales, fanatizan a las gentes, que pierden su libertad para ser parte de un colectivo o 'masa', que tanto criticaba Ganivet: «La principal virtud es que cada uno trabaje con su propio cerebro». Ganivet es un hombre valiente y seguro de sí mismo que, ante todo, manifiesta lo que siente sin miedo. Así, cuando el socialismo se abre paso y triunfa, él disiente y arremete contra esa ideología que, los hombres sin escrúpulos van a utilizar para dar culto a su vanidad y deseos de poder. Hay que saber que, una sociedad que se aleja de la familia y se aferra a perros y gatos, no tiene futuro. Estos son los disparates que nos venden como alternativas los demagogos que utilizan todo tipo de medios rastreros para controlar a los individuos. Todas las ideologías se basan en el poder de los colectivos, dotados de sapiencias, cuando es pura falacia: «La verdad no surge del concurso de muchos hombres, sino del esfuerzo de las inteligencias; si entregamos los intereses de la sociedad en manos de la mayoría de sus miembros, no contamos con un criterio verdadero, ni justo, ni prudente, ni constante».
Como se puede ver, el 'iluminado granadino' rechaza esta verdad 'inmutable': «Este socialismo es el que a mí me repugna tanto como el individualismo feroz de los que luchan por la materia. ¿Qué espíritu podría desarrollarse en una sociedad tirada a cordel, sometida a una promiscuidad íntima, cuando la sola unión constitucional nos ha traído adonde vemos?». Los afanes del ser humano son permanentes y repletos de deseos e instintos, que las ideologías no hacen sino agravar. Así nos lo dice, al hablar del hombre de Amberes y de Madrid; poco se ha avanzado. «Todo cuanto se cacarea de civilización y progreso se reduce (..) a que todo el mundo aprenda a robar mejor y sin escrúpulo. Aquí (Amberes) tienen cierto tesón y habilidad para ganar cuartos, pero echan a perder buena parte de la cosa, con un afán ciego de enriquecerse, sin consideración a nada ni a nadie».
Tal sentencia no se aleja mucho de lo que nos dice de aquel Madrid: «Es que no quiero más Madrid, ni engarzado en diamantes. Esto es una zahúrda: aquí no se respeta a nadie». Juan Manuel de Prada, en una entrevista, a la pregunta del entrevistador '¿qué es la ideología?', responde: «La ideología es una construcción ajena a la realidad. Las ideologías son las hermanas tontas o las hijas bastardas de la filosofía idealista. La filosofía idealista niega la realidad de las cosas y cree que la realidad la configura nuestra mente y que somos nosotros quienes damos realidad a las cosas. Esto es una enfermedad del pensamiento que procede de Descartes… son sucedáneos de la filosofía idealista, la realidad no existe y somos nosotros quienes la configuramos, nosotros con nuestra labor política. La ideología lo que hace es imbuirle a la gente la convicción de que se puede alcanzar el paraíso en la Tierra, cosa radicalmente falsa».
En resumen, no tenemos posibilidad de mejora desde el campo de las ideologías políticas, que se han demostrado incapaces para mejora al ciudadano e incapaces para que la juventud conozca y ame a nuestra civilización a través de conocer las claves de nuestra cultura; al contrario, la denigran con mentiras y escondiendo los hitos históricos de los españoles en favor de la humanidad. Los descubrimientos conseguidos por el manejo de la ciencia, que ha sido inigualable, y que les capacitó para descubrir a gran parte del mundo, tanto de la tierra de los mares y océanos, deben ser valorados y difundidos. En fin, esta democracia ha sido incapaz de mejorar la convivencia, la tranquilidad, la seguridad e incapaz de suministrar leyes que protejan de las ideologías modernas a través de una buena educación que promueva el conocimiento, la dignidad y la busca de la verdad. Lo terrible, como nos dice Prada, es que «las ideologías modernas todas beben del mismo charco envenenado». Ya, Gregorio Marañón, acusó a los liberales de ser condescendientes con las ideologías de izquierdas por callarse ante los atropellos que cometían por miedo a que los catalogaran de católicos o carcas. Se puede concluir que los seres humanos están siendo devorados por las ideologías, hasta tal punto, que no son capaces de ver lo cerca, que nuestra civilización, está del precipicio, por lo que no exigen recapacitar ni cambiar de dirección.
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