No vamos a descubrir a estas alturas a uno de los más singulares políticos que ha parido el siglo XXI, acostumbrados como estamos al esperpento nacional tipo Jesús Gil, o Ruiz Mateos o partidos singulares que son verdaderos y se presentan con papeletas oficiales a ... las elecciones como por ejemplo, 'Soberanía ciudadana, autogobierno ciudadano, el Estado del ciudadano' o 'Estat Valencià del Benestar'. Nuestra capacidad de intento de autodestrucción política, sin lograrlo, es superior a nuestras posibilidades, como ya anunciaba Bismarck siglo y pico atrás. En nuestro suelo se permite que crezcan rarezas y tengan eco e incluso poder de decisión, caso del periodista gerundense de Amer, madre de todos los grandes líos perpetrados desde que se erigiera en sucesor del pujolismo o masismo, no confundir con marxismo, de la derecha burguesa catalana. Por si no lo recuerdan los mismos perros han tenido distinto collar: Convergència Democràtica de Catalunya, Demócrata Europeo Catalán y ahora Junts per Catalunya. Por nombres que no falte.
El que fuera alcalde de Girona reemplazó a Artur Mas en dos mil dieciséis. No sabemos de sus políticas sociales o económicas para la mejora de la ciudadanía, pero sí que al alcanzar la presidencia de su autonomía se centró en avanzar hacia la independencia y su mandato estuvo marcado por el referéndum ilegal del uno de octubre de dos mil diecisiete. Puigdemont declaró la independencia de Cataluña el veintisiete de octubre de dos mil diecisiete, durante siete segundos. Sin embargo, esta declaración no fue reconocida internacionalmente y el gobierno español intervino, destituyendo al gobierno catalán y aplicando el artículo 155 de la Constitución Española, ya saben el resto, fuga en maletero y bon vivant en Waterloo, incluso como eurodiputado con cargos de rebelión, sedición y malversación de fondos; aparte de quebrar nuestras familias y dejar tirado al resto de partidos, que pagaron algunos con visita trullo.
Después de su esperpéntica huida cobarde hemos asistido atónitos cómo se ha convertido en villano con poder de mando a distancia en el último gobierno. Siempre un gobierno independentista catalán como mejor vive es siendo llave de un gobierno estatal, sin ningún tipo de escrúpulo a derecha, izquierda o centro. Qué malo es el mal, pero qué bien me viene, que lo convierte en heroicidad entre los suyos. Las urnas catalanas, donde un voto allí vale más que el mío, han hablado claritas y le han mostrado en su hocico al aficionado cantautor en veladas de Cadaqués que el suflé independentista se ha desinflado. Los propios amiguetes de Esquerra Republicana lo han pillado y los ínclitos Aragonés y Junqueras dimiten, con lo que han sido.
Pero el hombre del pelo difícil apura sus últimos cartuchos a la espera de que se le perdone todo, sin renunciar a nada, sin comodín del público y volver (Ja sóc aquí) y seguir enredando -es un eufemismo-. Con lo bien que estaría cantando canciones protesta o melancólicas a la orilla del mar. Pero cuando eso ocurra ya no será necesario.
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