
¿No hay humor?
Resulta evidente entre las causas que se llevan a los tribunales es la falta de humor que está alcanzando nuestra sociedad paralela a la crispación.
Manuel Molina
Sábado, 15 de marzo 2025, 23:11
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Manuel Molina
Sábado, 15 de marzo 2025, 23:11
Hace años el alcalde de Jerez, Pedro Pacheco, declaró que la justicia española era «un cachondeo» y aquello le salió caro, pero en el ideario ... popular ha quedado como expresión recurrente. El sistema judicial en España en algunos aspectos hace agua por algunas razones demostradas en una tesis doctoral de alguien que conoce el sistema desde dentro como el juez Francisco Gutiérrez, defendida en 2016. Exponía en síntesis los siguientes males: la falta de uniformidad en criterios, la carencia de metas compartidas, el constante colapso y el estado deteriorado que genera descontento en todos: en los que gestionan desde los tribunales, en los que la sufren como empleados, y en los que la experimentan como ciudadanos. Presentados los hechos parece que años después no hemos avanzado en las soluciones y en el trabajo académico se apunta también un hecho curioso como que países europeos que invierten menos en justicia son más eficaces. Puede que influya el carácter litigante español ya sea por cuestiones políticas o de la ciudadanía en particular o de esos grupos que como práctica se dedican a denunciar todo lo que huela a lo contrario de lo que creen que debe suceder.
Lo que sí resulta evidente entre las causas que se llevan a los tribunales es la falta de humor que está alcanzando nuestra sociedad paralela a la crispación. En este caso no se sabe exactamente si fue antes la gallina o el huevo. El humor ha cambiado con lo políticamente correcto y ha propiciado una sociedad más aburrida y enervada. No quiere decir esto que me convierta en un nostálgico de los chistes de Arévalo, Marianico 'El Corto' o Fernando Esteso, de maricas, gangosos y palizas a la 'Ramona Pechugona'. Hace escasos días un juez admitió a trámite una denuncia al cómico Quequé por una broma de, tal vez, de mal gusto (según crencias) sobre El valle de los Caídos; aunque sin perder de vista que se trata de un programa de humor. Pero fue de peor gusto la comparación malintencionada del propio juez con la Plaza Pedro Zerolo, dejando claro que había una preocupante intencionalidad ideológica en su palabra, por encima de su ejercicio judicial en ese instante. También debemos matizar que si la broma se presenta por un partido político que quiere dinamitar los cimientos de la democracia como propaganda política ya no es un chiste o gracieta, se trata de un asunto muy serio.
Nuestra sociedad se supone que ha progresado, pero ha sufrido un retroceso en la libertad de expresión, más que nada por la autocensura o la afición a la denuncia profesional de organizaciones ultra, que ven desechadas sus acusaciones en noventa y nueve de cada cien casos, pero muestran enorme satisfacción por ese uno por ciento logrado contra el mal que supone el humor. Cuesta aprender a reírse de uno mismo, pero resulta sanísimo y quien me conoce bien lo sabe, lo ejercito. Hagan chistes de sus meteduras de pata o fracasos; inténtenlo, mucho mejor que ir al juzgado.
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