Tsunami mundial
Durante años el personal que abrazaba las ideologías más intolerantes había quedado relegado a una especie de oscuridad social, como grupúsculo o entrega al frikismo.
MANUEL MOLINA
JAÉN
Domingo, 9 de febrero 2025, 11:12
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MANUEL MOLINA
JAÉN
Domingo, 9 de febrero 2025, 11:12
¿Quién podría imaginar hace tan solo unos años que estaríamos a las puertas de una posible distopía en la que se ensalzara todo aquello que ha supuesto lo peor de la humanidad en los últimos siglos? Parece que asistimos a un magnánimo movimiento de ... fuerzas hasta ahora ocultas o aletargadas generando una especie de tsunami social, dirigido contra todo aquello que se ha logrado como el sistema menos malo y común, el que conjuga la democracia y la justicia social. Me sorprende tanto el asunto que incluso me he planteado alistarme por un momento en el bando de los antivacunas. La única y oscura razón que me permitiría entender cómo distintas sociedades se han entregado a las causas fascistas, al genocidio, a la exterminación de la idea del otro cueste lo que cueste, a la intolerancia más absoluta para imponer un monopensamiento simplista y airado. El mayor ejemplo lo tenemos a nivel mundial con el convicto presidente de los Estados Unidos y nieto de un deportado alemán al que se le negó poder volver a su país, después de haberlo abandonado forzosamente. Setenta y cinco millones de personas lo han elevado para gobernar como le salga. Y en el caso patrio existe un anhelo como caldo de cultivo, que estaría encantado de poder imitarlo, aunque ello supusiera una especie de harakiri. Si no fuese por la sospecha de que en las vacunas nos han inoculado un microchip que nos ha vuelto de esa manera no logro entenderlo, pero por desgracia es absolutamente real.
Durante años el personal que abiertamente abrazaba las ideologías más intolerantes había quedado relegado a una especie de oscuridad social, como grupúsculo o entrega al frikismo. Pero de repente, en los últimos años han brotado, creo que con el inestimable apoyo de las redes sociales, individuos que abrazan con fruición el totalitarismo, el supremacismo, la mentira repetida con apariencia de verdad o el negacionismo, con una enorme y sonrojante afinidad. La facilidad para su proliferación radica en el enganche que produce una idea lanzada para ser repetida sin el filtro de la constatación y con el valor añadido de la emoción compartida. El planteamiento puede ser el siguiente: unos pocos hemos descubierto la verdad de quienes nos han dominado en la sombra para quitarnos todo aquello que nos gusta y que nos identifica, hemos vivido una especie de epifanía hacia la verdad y el descubrimiento y ahora la misión reside en su propagación y defensa. Las fuerzas del mal -si se tratase de un hecho literario- han sido descubiertas y deben ser derrotadas. El verdadero problema se presenta como realidad y no como ficción.
Un ingente grupo de voluntarios enredado, literalmente, ha dado un paso al frente para ponerse al servicio de toda aquella causa que atente contra los principios básicos de la democracia con su esfuerzo y energía; su convencimiento, que se convierte en usurpación de los espacios de tolerancia y progreso, de los propios derechos humanos más básicos. Si no ha sido un microchip, ¿qué ha sido?
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