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Ver, oír, ¿y callar?
En este último caso debía respetar un principio como mandamiento: no mentir, lo que implicaba estar documentado cuando se afirma o niega algún asunto.
Manuel Molina
Domingo, 30 de marzo 2025, 13:07
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Manuel Molina
Domingo, 30 de marzo 2025, 13:07
Cuando se escribe algún tipo de ficción parece que subyace el principio que aportara George Orwell en su ensayo 'Why I Write' (1946), donde menciona ... que uno de los motivos para escribir es el «deseo de ser recordado favorablemente» y la «necesidad de ser reconocido». Su análisis sugiere que la escritura es, en parte, un acto de búsqueda de aceptación y validación, razonamiento que comparte también con Roland Barthes en 'El grado cero de la escritura'. Se puede sintetizar en que se escribe en tal caso para ser querido. Tal vez tenga un determinado punto de vanidad, porque en el mundo artístico existe una proliferación, aunque no exclusiva, de búsqueda de fama y afecto; y la escritura se puede convertir en una forma de proyectar una imagen idealizada de sí mismos. Ahora bien cuando se escribe opinión la vertiente genérica se puede transmutar y aunque los egos sobrevuelen el espacio tal vez sea menos dominante la razón mencionada de querer hacer amigos.
Por desgracia, no soy periodista, lo he intentado aclarar siempre que se me intenta adjudicar esa etiqueta. Siento mucho respeto por la profesión y no alcance a ello. Ahora bien, me he sentido muy privilegiado de poder colaborar durante muchos años con el Periodismo. Resulta apasionante formar parte y sumar en un medio de comunicación como la prensa, que resiste ante la apisonadora de las tecnologías y la expansión, casi vírica, de la intencionada desinformación para captar adeptos a rediles del borreguismo. Cuando decidí aceptar el reto de escribir mi opinión en un medio de comunicación tuve presente, aparte de la responsabilidad que adquiría, el compromiso con la honestidad. En este último caso debía respetar un principio como mandamiento: no mentir, lo que implicaba estar documentado cuando se afirma o niega algún asunto. Me ha servido como argumento cuando alguien intenta arrimar mi opinión hacia una supuesta especie de dictado. Todo ello implica, como resulta obvio, recibir críticas desde todos los lados, pero ahí radica el pago; no obstante, me reafirmo en que no escribo opinión para hacer amigos.
Entre los calificativos que han llamado la atención me encuentro varios por su curiosidad: polemista, podemita, y a la vez facha (eso sí me ha dolido), sociata de mierda, colaboracionista pepero, izquierdoso, perroflauta, comunista, sanchista (sic) o pseudo piriodista (sic). Como ven parece un muestrario de tómbola ideológica. A lo que voy, si quieren saber quiénes les rodean o por donde viene el aire, manifiesten en público su opinión argumentada; por ejemplo en una red social, y esperen unos minutillos la efervescencia proporcional a la relevancia del asunto. Admito que me sorprende aún que me envíen mensajes privados intentando censurarme o hacerme ver que bajo su punto de vista pretendan censurarme o callarme, incluso me dicen que me desprestigia (y dale). En ese momento aparece la fortaleza de tener claro que no me mueve la prebenda, ni el reconocimiento, les recuerdo mi derecho cívico y que no escribo para que me quieran. Entonces se enfadan aún más.
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